(Libertad Digital) En El juicio del corazón, el alcalde de Madrid elogia la figura de Jesús Polanco y su "gran proyecto periodístico" de Prisa, apunta las "diferencias ideológicas", pero sobre todo, destaca la complicidad entre ambas personalidades en su visión de cuál es el futuro de España.
"Eran muchas también las coincidencias, como la pasión y la entrega con la que ambos vivíamos nuestros respectivos compromisos con una determinada manera de entender cómo incorporar nuestro país a la modernidad, ya fuera política, en mi caso, o cultural y económica en el suyo".
Y continúa halagándole: "Por lo que a él respecta, lo hizo de modo brillante, otorgando solvencia empresarial al gran proyecto periodístico (...)". Dice que la realidad actual del "mayor grupo de comunicación nacional" partió de "ese esfuerzo de Jesús Polanco" para luego insistir que "pero sobre todo, revela que la confianza que los dos teníamos en las posibilidades de nuestro país para afrontar proyectos de renovación y crecimiento eran fundadas".
Para Alberto Ruiz Gallardón el mayor acierto del que fuera presidente del grupo Prisa fue ser consciente que "la importancia del canal, nunca lo es más que la calidad de los contenidos y los profesionales que los elaboran".
"La modernidad que él aportó a la industria de la comunicación está relacionada con esa verdad de fondo que a veces hace olvidar el espectáculo tecnológico". Quizás dice "de ahí procedía su actitud de permanente respaldo a los profesionales de los que se rodeó, además de brotar, claro, de un innato sentido de la fidelidad que él hacía extensivo a cuantos estuvieran dispuestos a aceptar su afecto sobrio y hondo".
Dicho esto, Alberto Ruiz Gallardón vuelve hacer una comparativa entre las trayectorias de Jesús Polanco y la suya, como si de almas gemelas se tratara. "Por eso Jesús Polanco consagró su vida al Grupo Prisa, como yo a mis ideas y mi Partido desde puntos de vista distintos y a veces incluso divergentes, pero en un simétrico ejercicio de lealtades lo suficientemente intenso y sincero como para permitirnos a ambos enriquecerlo con la lealtad añadida que nos profesábamos mutuamente".
"Por encima de dificultades", concluye el alcalde de Madrid, "nunca dejamos que esa tarea común que ambos respetábamos y en la que consistía nuestra amistad sufriera erosión alguna". Quizás, dice, "esa fue la enseñanza de la generación de mi padre y la de Jesús" (en el inicio del artículo habla de la amistad de Polanco como una amistad heredada de su antecesor). "O quizás, (...) es más fácil errar desde la apreciación subjetiva de las ideas que confiando en el juicio claro del corazón".