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Los huelguistas del Metro ponen en jaque a la capital

Madrid colapsado mientras las estaciones de Metro han permanecido desiertas todo el día. Gran actividad piquetera, a pesar que, desde los sindicatos, se asegura que no existen. Por ahora ningún incidente.

Lo que más choca en la estación de Argüelles situada bajo el cruce entre las calles de Princesa y Alberto Aguilera es el contraste entre atasco monumental que hay organizado arriba y el silencio propio de una abadía que de un vestíbulo. En este pequeño espacio donde se junta el tráfico de tres líneas de Metro reina un guardia jurado que no deja pasar a nadie. “Es por seguridad, sabes, no circula ningún tren y si la gente entra se puede armar una buena ahí dentro, en los túneles y los andenes vacíos”.

Y, efectivamente, es así. Nadie, a excepción del preceptivo piquete “informativo” distribuido por todas las bocas de la estación, camina hoy por los pasillos y andenes de la estación. Una vez dentro se puede bajar hasta la línea 6 sin cruzarse con nadie, pero, quitando las escaleras mecánicas y los ascensores, está todo encendido, las luces, las televisiones y la megafonía de la estación. Una empleada de limpieza que repasa por segunda vez el suelo del andén me confirma que ellos no están de huelga, que pertenecen a una contrata. Hoy no tienen “demasiado trabajo, pero hay que venir para que no te descuenten, pasar la mopa y y poco más, las papeleras están limpias y al no haber gente pues no se ensucia nada”.

Las tiendas también pueden abrir aunque en una estación vacía es de lo más absurdo echar la persiana arriba y esperar todo el día. En Argüelles no hay tiendas, de manera que los guardias jurados, la limpiadora, los piquetes y algún periodista que se deje caer a lo largo del día tendrán serán los únicos que transiten por una de las estaciones más concurridas de Madrid.

Taquillera y piquetera

En el vestíbulo la jefa del piquete “sur”, el que da a la boca de El Corte Inglés, me informa que ella está allí para decirle a la gente que quiere entrar que hoy no hay Metro, “algunos se ponen muy agresivos, por eso está él conmigo”, me dice señalando al guardia. La razón por la que hoy han cerrado es simplemente económica. “No es sólo por lo del 5%, es que nos han jodido el convenio que ya estaba firmado y nosotros no somos funcionarios sino empleados de una empresa pública”. Le pregunto si no le parece salvaje paralizar Madrid por un simple 5%, ella, segura de sí misma, me contesta que no, que es el único “arma que tenemos para defender nuestros derechos, cuando esta –en referencia a Esperanza Aguirre– vea como está el tráfico verás como se sienta a negociar”. “Y no le parece un chantaje hecho sobre la espalda de los madrileños”, interpelo, “no, no, para nada, la gente tiene que entender que somos un servicio público y que no se nos puede torear de esta manera”.

En el intercambiador de Moncloa hay, además de una estación de Metro considerablemente grande una estación de autobuses interurbanos. Desde fuera parece que no pasa nada hasta que se llega a los tornos. Todos en modo en cierre con su guardia vigilando que nadie entre. Dentro el panorama es similar al de Argüelles con la diferencia que, al ser estación terminal de la línea 3, hay un buen puñado de unidades estacionadas en sus andenes y túneles. Meto la nariz en uno de ellos y zas, me agarra el piquete. “¿Estás autorizado?”, “bueno, soy periodista, sólo estoy tirando una fotos y viendo lo que pasa para luego contarlo y tal”, “bien, acompáñame”. Subo hasta la planta baja del intercambiador y allí, en una reunión informal entre el piquetero jefe, que se encuentra al otro lado del walkie-talkie, el guardia jurado, el piquetero de andén y un servidor se aclara el mal entendido.

“Mira, es que han cambiado las normas, a primera hora no dejábamos entrar fotógrafos, ahora sí, pero vamos, que yo me acabo de enterar porque me lo han dicho por el cacharro este”. Los piquetes suelen ser siempre así de desorganizados por la naturaleza misma de un trabajo que llevan a cabo liberados sólo cuando hay huelga. “Ahora ya puedes hacer todas las fotos que quieras, pero no te metas en los túneles ¡eh!”, me recuerda uno de ellos. Antes de reiniciar el reportaje pregunto al piquetero de andén por qué están haciendo algo que podría resultar contraproducente para su causa. “No nos han dejado otra salida, ayer en la Asamblea decidimos que la huelga tenía que ser total o sino no nos iban a tomar en serio, y mucha gente nos apoya porque estamos dando un ejemplo de lucha obrera”. 

Segundo tiempo

A las seis de la tarde salta la alarma en las agencias. La Comunidad de Madrid pretende reabrir la línea 8 con escolta policial para los conductores que se presten. La estación de Nuevos Ministerios se llena de polícia y de periodistas, pero no pasa nada. El piquete, muy numeroso, destacado en la estación confirma a la policía que de allí no va a salir ningún tren en lo que queda de día. Otro tanto acontece en la otra terminal de la línea, el aeropuerto de Barajas.

Los piqueteros están exultantes. Uno de ellos atiende a un grupo de periodistas en la escalera de acceso al andén. "Nosotros (los conductores) estamos cargando con todo, porque somos los que llevamos los trenes, pero luego cuando ganemos esta huelga bien que vendrán los demás a poner la mano", afirma preso de cierto entusiasmo tras la pequeña victoria frente a la Comunidad. Más abajo, junto al andén, el que parece ser el jefe del piquete se prodiga con los medios. "De aquí no va a salir un sólo tren" insiste. Lo ha decidido un "jefe del Metro" que no está disponible en ese momento. La policía se ha marchado junto con los guardias de seguridad privada. En breve comenzará el partido entre Portugal y España en el Mundial, el andén va vaciándose, la línea, entretanto, sigue parada... al menos hasta pasado mañana.           

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