L D (EFE) La "señora María", como ha sido conocida para respetar su deseo de privacidad, murió el pasado 11 de febrero a los 62 años como consecuencia de una septicemia general, derivada de su pie gangrenado y no amputado, aunque el hecho no se ha conocido públicamente hasta este jueves.
A finales de enero, la mujer rechazó esa amputación, que según los médicos era la única posibilidad de salvarla la vida, con el argumento de que no quería ser una inválida y prefería buscar otra solución. Entonces, los médicos del hospital de Milán que la trataban hicieron una consulta a un juzgado de la ciudad, que recordó la jurisprudencia según la cual no se puede obligar a un paciente a seguir un tratamiento, sino que debe ser él quien decida.
El ministro de Sanidad, el Colegio de Médicos, las asociaciones de consumidores y diversos juristas se enzarzaron en un debate en el que se mezclaban consideraciones éticas, jurídicas y sanitarias. Al extenderse la infección, la mujer se refugió en un lugar desconocido de la isla de Sicilia, donde había nacido y donde murió hace unos días, aunque ha sido enterrada en Milán.
El director del hospital San Paolo de Milán, Danilo Gariboldi, cuyo centro abandonó la mujer a finales de enero, declaró que se siente "dolido", aunque ha calificado el suceso de "muerte anunciada". El respeto a la voluntad de una persona es sagrado, aunque para los médicos no poder intervenir a un paciente que se niega es una frustración".
