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Un cómico disfrazado de Ben Laden se cuela en una fiesta en el castillo de Windsor

Scotland Yard pidió este lunes perdón a la familia real británica por el error "totalmente inaceptable" que permitió el sábado a un intruso acceder a la fiesta del vigésimo primer cumpleaños del príncipe Guillermo en el castillo de Windsor.

L D (EFE) John Stevens, comisario jefe de Scotland Yard expresó sus "disculpas a la Familia Real por la espantosa violación de la seguridad ocurrida en Windsor el sábado por la noche". En un comunicado, David Veness, vicecomisario jefe de Scotland Yard, afirmó también que "los hechos de Windsor son totalmente inaceptables y motivo de una gran preocupación". "Parece que todo fue un fallo operativo que no debería haber ocurrido en ninguna circunstancia", señaló Veness, que hoy enviará un informe sobre el incidente al ministro británico del Interior, David Blunkett, quien a su vez ha ordenado una investigación.

La policía quedó en evidencia después de que Aaron Barschak, un atrevido cómico de 36 años, burlara las estrictas medidas de seguridad en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres, disfrazado del terrorista Osama Bin Laden. El comediante, que no llamó mucho la atención porque la fiesta era de disfraces, logró acceder al recinto tras escalar un muro y convencer a la policía con una "historia creíble", según explicó el vicecomisario de Scotland Yard. Barschak, que se hace llamar "el terrorista de la comedia", declaró al diario sensacionalista "The Sun" que entrar en el castillo "fue increíblemente fácil. La seguridad de la Familia Real no es lo que yo esperaba".

La travesura del cómico, puesto en libertad bajo fianza tras ser detenido el sábado, ha causado alarma porque llegó a estar muy cerca de miembros de la realeza tal prominentes como la reina Isabel II y Carlos de Inglaterra, príncipe de Gales y heredero al trono. El "terrorista de la comedia" compartió, incluso, un estrado con el príncipe Guillermo, hijo mayor de Carlos, mientras éste daba un discurso, un hecho que los más de trescientos invitados interpretaron como una broma más de la velada.

En estos tiempos de atentados suicidas, la prensa británica comenta este lunes que la irrupción demuestra que cualquiera puede aproximarse con relativa facilidad a la realeza sin que nadie se percate de si lleva o no una bomba amarrada a su cintura.

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