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Lucrecio

La judeofobia en Francia

Podría ser menor el dato: la cifra de judíos franceses emigrados a Israel en 2002 ha sido del doscientos por cien, en relación a la del año precedente. Podría ser menor: a fin de cuentas, en números absolutos, se trata de una cifra aún más bien baja. Aunque, a decir verdad, resulta extraño que, en un país económicamente opulento, dotado de un garantismo político de rancia estirpe y de un sistema institucional, escolar y cultural envidiable, se dupliquen los exilios hacia un minúsculo país en guerra permanente, bajo acoso terrorista no comparable con el de ningún otro punto del planeta (puesto que ese terrorismo reposa sobre la hipótesis del exterminio global de su población) y con una situación económica muy vulnerable.

No es menor. Hasta tal punto que aun el más antiisraelí de los diarios franceses, el tan arafatista Le monde, dedicaba el lunes último su editorial a reflexionar sobre la envenenada situación en alza. El antisemitismo en Francia está alcanzando cotas impensables desde los años dorados de Doriot, Rebatet, Drieu La Rochelle y los delirios exterministas del nazismo en los años de Vichy. Con la peculiaridad de que es ahora la izquierda socialista y comunista –en la misma medida que el neofascismo de Le Pen– el principal motor de esa nueva y delirante judeofobia.

Los atentados contra ciudadanos e instituciones judías en Francia no han hecho más que aumentar espectacularmente en los últimos tres años, ante la sorprendente pasividad policial y política. Bajo la sórdida coartada de un “antisionismo”, que lleva a los muy respetables demócratas y socialdemócratas franceses a erigir en héroe nacional al más siniestro de los asesinos fascistas de la segunda mitad del siglo XX: el asesino múltiple Yassir Arafat, padrino y promotor de todas las redes de terrorismo que asolaron Europa en los tres últimos decenios del siglo pasado.

El último síntoma, uno no sabe si produce tristeza o risa. Un colectivo de respetabilísimos científicos franceses –y a su cabeza el rector de la universidad de París VI– acaba de hacer público un comunicado en el que se pide el boicot “económico y científico” a las Universidades israelíes, en apoyo a la Autoridad Nacional Palestina. Hay nombres ilustres entre los que firman. Espero que el dinero así ahorrado pueda ser destinado a la promoción de escuelas de Corán dentro y fuera de Francia. Y de clínicas ginecológicas, en donde la clitoridectomía pueda hacerse bajo decentes condiciones higiénicas.

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