Todavía ahora, hay quien se sorprende de que los Mossos d'Esquadra, tras varios meses de investigación, hayan encontrado indicios de delito en la permanente y presunta incitación a la violencia contra las mujeres por parte del Imán de Terrassa
No creo que el profesor Giovanni Sartori pudiera imaginar que más de una década después de su ensayo al respecto de La sociedad multiétnica y sus oportunas advertencias, seguiríamos en Occidente debatiendo sobre el mismo concepto y girando sobre nosotros mismos una y otra vez mientras el islamismo radical va humedeciendo no pocas de las paredes de cualquier sociedad que a su paso encuentra.
Cierto progresismo de mantel y cubertería de plata se llevó las manos a la cabeza al señalar el profesor florentino con acierto y precisión las paradojas y los peligros de la doctrina multiculturalista. Simplemente y frente al extranjero que no se somete al imperio de la Ley, Sartori proponía conservar y anteponer los logros de la sociedad occidental, es decir, la democracia, la libertad, el Estado de derecho, la tolerancia,la diversidad y el pluralismo.
Y ahora hay todavía quien se sorprende de que los Mossos d'Esquadra, tras varios meses de investigación, hayan encontrado indicios de delito en la permanente y presunta incitación a la violencia contra las mujeres por parte del Imán de Terrassa, del tipo "cómo arrear a tu mujer sin que se note demasiado", siguiendo claros ejemplos de otros colegas imanes que pululan por toda España, siendo Cataluña uno de los territorios donde se sintieron más a gustito.
Me ha parecido incluso escuchar unas palabras de Pere Navarro, actual alcalde de esta localidad barcelonesa y líder del supuestamente renovado PSC, criticar la rueda de prensa del Conseller d'Interior en la que daba cuenta de este suceso, por no haberlo sabido antes. Y me ha parecido también escuchar cómo se extrañaba, ante la aparente moderación del guía espiritual de los fieles y asiduos a esta Mezquita que hubiera podido decir semejantes barbaridades. Pues me temo que sí, Sr. Navarro. Pero lo que no sólo me extraña sino que me preocupa -y mucho- es que a usted le siga extrañando.
Por cierto, hará un par de años Settati Mohamed, secretario de la Associació Cultural Musulmana de Terrassa -creada ésta en 1996- señaló expresamente que "el imán es un empleado de la asociación, recibe una formación previa y sus discursos son supervisados antes de la oración"... "hay pocos radicales", añadió. Se refería por entonces al perfil salafista del Imán de Lleida, otra perla cultivada el muchacho.
Veamos. No se trata, antes de despierten de los dulces sueños en los que reposan los progres de manual y las ausentes feministas oficiales, a las que les recuerdo que estos tipos dan lecciones a sus fieles de cómo maltratar a sus esposas, ya maltratadas de por sí por el tipo de vida que se les impone a muchas de ellas. No se trata, les decía, de no respetar el culto religioso que cada uno desee practicar. Se trata de no permitir que determinados grupos teocráticos que no respetan la cultura de quienes les acoge, se salten a la torera unas reglas mínimas de convivencia acordes a la democracia occidental.
Hablamos de libertad, de derechos fundamentales, de respeto, de ceñirse a la ley que impera allí donde han decidido voluntariamente residir. Hablamos de conceptos que por fortuna, en la gran mayoría de países democráticos tienen meridianamente claros. Y quien los incumple y comete un delito, ya sabe lo que le toca. Y aquí, por suerte para estos líderes espirituales, somos mucho más suaves y flexibles de lo que ellos serían.
Así que espero que el Honorable Sr. Felip Puig se mantenga en esta línea, ésa que durante la etapa letal del Govern Tripartit se empeñaron en ignorar, porque no era progre, porque no era guay, porque no tocaba.
Y es que ya sabemos que la venda progresista es de un grosor por el que no entra un rayo de luz. Ni de agua. Waterproof total, oigan.
