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A Ana Pastor se le atragantan los tecnócratas

De Guindos rebatió con la tozudez de los datos las acusaciones de la periodista basadas en el argumento emocional.

De Guindos rebatió con la tozudez de los datos las acusaciones de la periodista basadas en el argumento emocional.
Ana Pastor y Luis de Guindos en El Objetivo, de La Sexta | Imagen TV

Pocas cosas pueden ser más aburridas como espectáculo televisivo que entrevistar al ministro de Economía, pero como la crisis económica y los totalitarios que se presentan como salvadores del pueblo están de actualidad, no puede resultar extraño que un domingo por la noche haya televisiones capaces de dedicar una hora larga a este menester en horario de máxima audiencia.

La Sexta observa un principio fundamental para tamizar todas las informaciones relacionadas con la crisis, según el cual no importa lo que digan los datos sino lo que "percibe la ciudadanía", de la cual los periodistas de progreso son sus únicos intérpretes. Así pues, que esté bajando el paro, aumentando progresivamente la cifra de afiliados a la Seguridad Social o creciendo el PIB carece de importancia, porque "hay gente que lo pasa mal". El argumento es demoledor porque es imposible, por más brillante que sea la acción de Gobierno, que en un país de 47 millones de habitantes no haya "gente que lo pasa mal". Ni siquiera el hecho de que haya menos "gente que lo pasa mal" que hace unos años es suficiente, porque siempre habrá casos desgraciados de familias con problemas a los que recurrir en el país de Gran Hermano VIP, donde una imagen lacrimógena pesa más electoralmente que los datos que ofrece la realidad descarnada.

La entrevista que anoche practicó Ana Pastor al ministro de Economía fue el ejemplo perfecto de esta contraposición de los sentimientos a los datos. "¿En qué planeta vive usted ministro?" Fue la primera pregunta de la periodista a de Guindos, tras mostrar unas declaraciones del ministro en las que afirmaba que estaba aumentando la confianza de los ciudadanos. "Pues en uno en el que existe una cosa llamada matemáticas, Ana, hija mía, que nos permite medir magnitudes y establecer relaciones numéricas", podía haber contestado el ministro. En lugar de eso, de Guindos intentó hacer entender por qué el conjunto de unos indicadores estadísticos permiten hablar de un aumento de confianza; por supuesto el intento fue en vano, porque un periodista de progreso en pleno arrebato sentimental no atiende a razones y puede acabar declarando al político de derechas que se empeñe en recurrir a los datos enemigo de "la ciudadanía de este país" o incluso de la humanidad.

El problema de anoche para Ana Pastor fue que su entrevistado no entró en el juego de debatir sobre cuestiones ideológicas aceptando previamente ese chantaje emocional. Seguramente no por gallardía política, sino porque de Guindos, como buen tecnócrata, sólo se siente cómodo hablando de números, un terreno en el que el progresista sentimental tiene poco que rascar. Justo lo contrario que esos otros políticos tan sensibles ante las desgracias humanas, que están deseando llegar al Gobierno para crear un gran Ministerio de la Felicidad Social.

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