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Rosa Belmonte

Ben, Katharine, Meryl

Sin haberla visto todavía (sólo algunos trozos), estoy casi segura de que Meryl Streep va a mejorar a Katherine Graham en The Post.

Sin haberla visto todavía (sólo algunos trozos), estoy casi segura de que Meryl Streep va a mejorar a Katherine Graham en The Post.
Tom Hanks y Meryl Streep | Archivo

Hemos visto a Jason Robards en Todos los hombres del presidente y vamos a ver a Tom Hanks en The Post, la película de Spielberg. Pero también tenemos al auténtico Ben Bradlee. Incluso con su voz, casi haciendo de narrador póstumo. En el documental de HBO Ben Bradlee, el hombre del Washington Post (el original es más bonito: The Newspaperman: The Life and Times of Ben Bradlee), se escuchan las grabaciones que él mismo hizo para sus memorias. También los testimonios de Bob Woodward, Carl Berstein, Henry Kissinger, Sally Quinn (su viuda), Tina Brown o Robert Redford. Da igual lo mucho que se conozca la historia del legendario editor del Washington Post que se enfrentó al gobierno federal por publicar ‘los Papeles del Pentágono’ (es verdad que había empezado el New York Times) y que hizo caer a Nixon. Da igual porque sigue interesando. Porque siempre hay algo nuevo. O no. Aquí quizá lo menos conocido, sin ser un descubrimiento, es esa intimísima amistad con Kennedy cuando Bradlee todavía estaba en Newsweek. Una amistad y cercanía que no parecía muy apropiada para la objetividad de un periodista. Uno de verdad. O también la vergüenza de haber publicado una historia falsa años después (la del niño adicto a la heroína que inventó la propia reportera; el Post devolvió el Pulitzer en 1981 y Bradlee escribió una disculpa de 18.000 palabras analizando el desastre).

A este documental de la HBO y seguramente a The Post les pasará lo mismo que a The Crown. No nos importa conocer la historia y que nos cuenten algo que ya sabemos. Hemos leído periódicos y revistas, leído libros (las memorias de Bradlee y las de Katharine Graham, por ejemplo), visto películas… De la familia real británica qué decir. Van a venir ahora a explicarnos el filonazismo del duque de Windsor, el caso Profumo, las infidelidades del príncipe Felipe o lo duro que era el internado escocés de Gordonstoun al que fue el duque de Edimburgo y al que mandó al príncipe Carlos. Lo ha contado este. Por cierto, es el episodio más coñazo de la segunda temporada de The Crown, que vuelve a ser una serie brillante y extraordinaria dentro de su convencionalismo. Más personal y menos política en su segunda temporada. Se da una curiosa circunstancia en la creación de Peter Morgan. Esta vez no sólo nos cuenta cosas que sabemos sino que reproduce atmósferas que él ha recreado en The Queen con las escapadas de la reina a Balmoral (demonios, hasta un venado).

Sin haberla visto todavía (sólo algunos trozos), estoy casi segura de que Meryl Streep va a mejorar a Katherine Graham en The Post. Hasta Nancy Marchand la mejoraba en Lou Grant. Es cierto que el personaje de la serie de Edward Asner no estaba inspirado sólo en Graham sino también en Dolly Schiff, del New York Post, un personaje periodístico mucho más interesante. Como mujer y como lo que sea. Veo más difícil que Tom Hanks mejore a Bradlee. Como no lo hacía Jason Robards. En cuanto a The Crown, el zangolotino de Matt Smith es imposible que se acerque al duque de Edimburgo. Un ser poco recomendable como padre o marido pero un espécimen masculino insuperable. Claire Foy da el pego. Y me la creo dominando a los primeros ministros y llamando al timbre como quien manda cortar una cabeza (en contraste con el inicio de su reinado). Pero desde luego Vanessa Kirby y Matthew Goode como la princesa Margarita y Lord Snowdon son mucho más atractivos que los originales.

Lo peor del estupendo documental de HBO sobre Ben Bradley es tener que escuchar otra vez lo mucho que se parece lo del Watergate y Nixon a lo de ahora y Trump (FBI, Rusia, convertir a la prensa en el enemigo…). Igual que lo peor de El cuento de la criada era tirar artificialmente de Trump. Demonios, tira de los países árabes, que son los que tratan a las mujeres como basura. Todos los hombres del presidente era un título muy adecuado. No había ninguna mujer, ni siquiera Katharine Graham. Hay que tener muchos huevos. Los que siempre se han tenido. Como que sin Graham Bradlee hubiera podido desoír los consejos de los abogados, ir a juicio y ganar en la corte suprema enarbolando la primera enmienda (la religión de Ben, según su viuda). A ver de qué va Meryl Streep. Es lo que más me interesa de la película.

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