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Ferrer camina firme en Wimbledon

El español se medirá en cuartos de final al héroe local, el británico Andy Murray.

David Ferrer celebra su triunfo ante Del Potro. | EFE

David Ferrer, quinto tenista del mundo y único español que continúa adelante en Wimbledon, ha superado los octavos de final del torneo londinense al imponerse al argentino Juan Martín Del Potro, noveno favorito, por 6-3, 6-2 y 6-3 en una hora y 58 minutos.

Ferrer, que en sus nueve apariciones anteriores en Wimbledon no había superado esta ronda, se medirá en cuartos al héroe local en el All England Club, el británico Andy Murray, cuarto de la ATP y eterno semifinalista del Grand Slam sobre hierba (ha caído en el penúltimo choque en las últimas tres ediciones del torneo). Ambos transitan por una parte del cuadro más despejada desde que el español Rafael Nadal, segundo cabeza de serie este año sobre la hierba de Londres, cayese por sorpresa en las primeras rondas ante el desconocido checo Lukas Rosol, número 100 de la ATP.

Tras el duelo, que Ferrer ha descrito como su "mejor partido sobre hierba esta temporada", el alicantino ha señalado que tratará de jugar "igual que hoy" frente a Murray. "He jugado muy bien (contra Del Potro) y serán mis primeros cuartos de final. Es muy difícil batir a Murray en cualquier superficie, pero en hierba quizás un poco más, intentaré hacerlo lo mejor posible", ha señalado el séptimo cabeza de serie del torneo.

Ferrer ha dominado desde el inicio un encuentro que comenzó con casi una hora de retraso debido a la lluvia, que obligó a la organización de Wibledon a cerrar la cubierta retráctil de la pista central, una estructura de 5.200 metros cuadrados y 1.000 toneladas que tarda bastantes minutos en desplegarse.

Bajo techo y ante cerca de 15.000 espectadores, el español y el argentino apelaron a su potencia desde el fondo de la pista en los primeros compases de un duelo que se planteó como una batalla de tintes épicos, con un primer juego de alrededor de diez minutos en el que Ferrer tuvo que pisar firme sobre la hierba para marcar terreno y defender su primer turno al servicio.

El alicantino, que contra el estadounidense Andy Roddick, en tercera ronda, había requerido varios juegos para adaptarse a las condiciones de la central, no necesitó en esta ocasión templar la raqueta y comenzó el encuentro concentrado y preciso. Del Potro es un viejo conocido para Ferrer, que se ha impuesto en cuatro de los seis choques que ambos han protagonizado, la última vez esta misma temporada, sobre el cemento de Miami (Estados Unidos), en dos sets, 6-3 y 6-3.

Quizás porque conocía las armas de su rival, el número cinco del mundo supo marcar el primer punto de inflexión del partido en el cuarto juego (3-1), cuando se impuso al resto y adquirió una ventaja en la primera manga que resultó insalvable para el argentino. Del Potro, que ganó el Abierto de Estados Unidos en 2009, a los 20 años, y que esta temporada se ha plantado en los cuartos de final tanto de Australia como de París, saltó a la pista en la segunda manga conjurado para imponerse al saque y arrinconar al español en los intercambios.

Si bien el número nueve del mundo explotaba sus casi dos metros de estatura para imprimir potencia a los cañonazos que lanzaba por encima de la red, Ferrer echaba mano de su experiencia y sangre fría para desquiciar a su rival al resto a base de cambios de dirección y bolas a la línea. De nuevo, tras un juego de casi diez minutos, Ferrer se hizo con el servicio del argentino para ponerse 3-2 por delante en el segundo set, una ventaja que dejaba a Del Potro casi sin margen de maniobra y desataba sus nervios.

Impreciso, el noveno tenista del mundo dejó escapar de nuevo su servicio al final del segundo set y se plantó en una tercera manga en la que la inercia ganadora de Ferrer parecía haberle condenado de antemano. Los nubarrones sobre el futuro de Del Potro en su quinta participación en Wimbledon se concretaron al imponerse el alicantino de nuevo al resto para ponerse 4-3 en el último parcial y dirigirse con paso firme hacia cuartos, donde le espera un Murray convencido este año de que puede plantarse en la final ante su público.

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