Adiós a uno de los mejores goleadores de la historia
El delantero italiano se retira con 316 goles después de 17 temporadas en la elite.
Nunca tuvo nada especial. Ni un gran disparo, ni un gran remate de cabeza, por no hablar de sus torpes regates y conducción del balón. Sin embargo, a la mínima que el rival se despistaba, Pippo ya le había clavado su puñal en forma de gol. Daba igual si era titular o sólo jugaba tres minutos; si era en el Milan, en la Juve, en el Atalanta o en la selección italiana. Hoy se ha retirado uno de los mejores goleadores de la historia del fútbol; uno de los nueves más inteligentes que nunca se han visto. Hoy, 25 de julio de 2012, se ha retirado Filippo Inzaghi. Sus rivales ya pueden descansar.
Nacido en Piacenza hace casi 39 años, ha decidido cambiar las botas de jugador por el chándal de entrenador después de rechazar varias ofertas para seguir sembrando el pánico en las áreas. Inzaghi ha decidido apagar la nostalgia con la dirección del equipo juvenil del Milán (sub'16), con un contrato hasta el 2014, una "aventura", como dice, que le compensará de su retirada de los campos de juego después de más de dos décadas de actividad. "Agradezco a los clubes que me han ofrecido seguir jugando, pero creo que el vínculo con el Milan debía de seguir, lo que abre un nuevo capítulo de mi vida".
Inzaghi se unió al final de la pasada temporada a un grupo de estrellas veteranas del calcio que abandonaron el club de sus últimos años, como Alessandro Del Piero (Juventus), Gennaro Gatusso, Alesandro Nesta y Clarence Seedorf (Milán).
Una carrera marcada por el gol
Pippo Inzaghi militó once temporadas en el Milan, con quien finalizó este verano su contrato. Aportó a los rojinegros 73 goles en 202 partidos. En total, y como profesional, firmó 316 dianas, 50 de ellas en la Liga de Campeones y un global de 72 en la copas europeas, siete goles por detrás del máximo cañonero histórico, el español Raúl.
Antes, Inzaghi fue un pilar de la Juventus, con 58 dianas en 120 partidos de Liga. También jugó en otros conjuntos como el Atalanta y el Parma. Con la selección, anotó 25 tantos en 57 partidos.
Campeón mundial con Italia en Alemania 2006, donde jugó un partido, contra la República Checa, en el que por supuesto marcó un tanto, también cuenta en su palmarés con tres títulos de Liga, dos de la Liga de Campeones y uno del Mundialito de clubes.
Su despedida el 13 de mayo repitió, como por arte de magia, una de las características más espectaculares de SuperPippo: salir al terreno de juego y anotar pocos minutos después. Selló el 2-1 a favor del Milán ante el Novara en San Siro. Era su partido 300 con los rossoneri.
"Si hubiera escrito un guión, sería exactamente así, con el último gol de mi carrera ante mi afición", dijo Inzaghi, al que su eficacia goleadora le ha valido todo tipo de apodos: el Príncipe, Superpippo, Terminator, el halcón del área...
"Muchos me definen como un ladrón y probablemente lo sea pero creo que detrás hay algo más", dijo en una ocasión para definir su modo de deambular por el área para robarle la cartera a sus marcadores en un abrir y cerrar de ojos.
La gloria en la Champions
Lo comprobaron los más poderosos equipos del mundo. Lo padeció el Deportivo de La Coruña el 24 de septiembre de 2002, en una noche aciaga en Riazor en la fase de grupos de la Liga de Campeones. Inzaghi firmó un triplete que completó el 0-4 de los visitantes y le situó, con 40, como el máximo artillero europeo en la historia de los clubes italianos.
La misma cara de sorpresa se le quedó a la defensa del Liverpool y al portero Pepe Reina en la final de la Liga de Campeones del 23 de mayo de 2007 cuando Inzaghi tocó lo justo un rechace de la barrera inglesa a un disparo de Andrea Pirlo. Un gol de los suyos. De oportunista nato. En el 89, aprovechó un pase de Kaka para regatear a Reina y firmar el 2-0, maquillado un minuto después por Kuyt. Fue la séptima Copa de Europa del club italiano.
El 16 de diciembre de 2007 le tocó a Boca Juniors de Banega y Palacio recibir los golpes de Inzaghi. Fue en la final del Mundial de Clubes en Yokohama (Japón). Triunfo de los italianos por 4-2 (su cuarto título continental), dos de las dianas del "cazagoles" Inzaghi.
Con el recuerdo imborrable de estos goles, Pippo se va con tristeza, pero con la seguridad de que el destino ya no podía darle más de lo que mucho que le dio. Una decisión tomada con la cabeza, ya que, asegura, el corazón no le habría hecho abandonar "ni a los 60 años". Seguro que aún con esa edad hubiera seguido marcando goles.
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