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Anthony Randolph, pieza clave en la victoria del Real Madrid en la Copa del Rey de baloncesto 2017

El ala pívot ha sido determinante en el triunfo copero del Real Madrid. Las dudas sobre su carácter comienzan a quedar atrás.

El ala pívot ha sido determinante en el triunfo copero del Real Madrid. Las dudas sobre su carácter comienzan a quedar atrás.
Randolph, en el centro, junto a Dontaye Draper (I), y Luka Doncic, tras ganar la Copa del Rey. | ACB Photo

Apenas cinco minutos después del bocinazo final en el Fernando Buesa Arena, con el que el Real Madrid se proclamaba campeón de la Copa del Rey 2017, los jugadores blancos desfilaban uno tras otro a recoger sus trofeos individuales, antes de que Felipe Reyes, como capitán, alzara la copa de campeón. Llegado el turno de Anthony Randolph, el larguísimo ala pívot de 27 años, nacido debido al trabajo de su padre, militar, en Würzburg, la misma localidad alemana que Dirk Nowitzky, se dirigía a recoger su trofeo como quien sale de la autoescuela o va al supermercado. Ante más de 15.000 espectadores y tras un partido de infarto, su cara no mostraba ni un ápice de la emoción que desbordaban casi la totalidad de sus compañeros, al lograr un título después de tres partidos de enorme sufrimiento. Seguramente la más difícil de las cuatro copas consecutivas que suman los de Laso, cinco en seis años. Para Randolph, un tipo especial en todos los sentidos, la profesión va por dentro. Tanto que no necesita liberar adrenalina cuando termina todo, da la sensación.

Del jugador formado (sólo un año, con salto precoz a la NBA) en la prestigiosísima Louisiana State University, mismo centro que Shaquille O´Neal entre otros, se ha escrito mucho. Sobre su nivel en la universidad, sobre su llegada a la NBA con enormes expectativas (número 14 del draft, por Golden State Warriors, en 2008), por supuesto sobre su enorme potencial como jugador. Pero probablemente en lo que más tinta se empleó es en su carácter, con fama de complejo siempre, y quizá uno de los motivos por los que no ha llegado al nivel que muchos esperaban.

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Randolph (derecha), espoleado por Nocioni durante la final. | Instagram Andrés Nocioni

Y es que, de Anthony Randolph, que durante la visita a la Fan Zone de Vitoria del Real Madrid el viernes para compartir minutos y fotos con los aficionados, no se sacó apenas en ningún momento las manos de los bolsillos, sería fácil decir que ni siente ni padece. Y es probable que, en buena medida, quien lo haga no se equivoque. En esos 211 centímetros se esconde un tipo frío como un témpano en las ocasiones más extremas, con todo lo bueno que eso representa en una cancha de baloncesto. Para muestra, la jugada más polémica de la Copa del Rey, la del famoso campo atrás de Sergio Llull en cuartos de final, concluye con un triplazo del estadounidense con toda la presión del mundo a sus espaldas...Si no se llamara Anthony Randolph. Por cierto, que Andorra, con toda la razón del mundo en su queja arbitral, se tirará de los pelos viendo como al ala pívot le da tiempo a recibir de espaldas, girarse, botar, y lanzar relativamente cómodo. Pecado mortal de los de Peñarroya. Tras concluir el partido, y entre el alivio colectivo de los blancos tras su remontada y con toda la polémica acaecida, Randolph abandonó el pabellón como si saliera de comprar berenjenas en la frutería. Y con las manos en los bolsillos.


Pero, dejando su forma de pensar y afrontar la vida al margen, Randolph es un jugador sideral, con un físico casi extraterrestre y un talento descomunal. Un tipo atlético de certera muñeca en la larga distancia, y casi infalible en la media, esa zona del campo que a veces parece que cada vez tiende más a desaparecer, y al mismo tiempo, un portento de coordinación, capaz, desde muy por encima de los dos metros, de echar el balón al suelo para penetrar, con una coordinación a prueba de bombas, que le permite también tener grandes movimientos cerca del aro o correr el contraataque de forma excelente, incluso botando él mismo. Un pívot del futuro, de esos que tanto gustan a Pablo Laso. Como añadido, además de su ingente capacidad ofensiva, de caudal que parece inacabable, el jugador del Real Madrid se ha convertido en uno de los mayores intimidadores en la Liga Endesa y la Euroliga. Algunos de los tapones que ha puesto esta temporada, como aquel a Dorsey en Barcelona o, sin ir más lejos, el que colocó a Chase Budinger en la semifinal copera, son ya algunas de las mejores jugadas de la temporada.

Tras su fantástica temporada en el Lokomotiv Kuban el curso pasado a las órdenes de Giorgios Bartzokas, su fichaje por el Real Madrid sólo llevaba una duda, pero de enorme calado. Tras ser el alfa y el omega del equipo ruso, ¿Podía encajar el famoso carácter de Randolph en una estructura de roles y liderazgos establecidos, como la de Laso en el Madrid? La sospecha era razonable, y obviamente la adaptación ha sido progresiva, con altibajos en lo que va de curso, como corresponde a la situación y a la personalidad del protagonista, sospechoso de sentirse más cómodo como primer espada que como telonero. Pero, llegados a febrero, cuando todo empieza a cocinarse de verdad, en los tres partidos celebrados en Vitoria los promedios de Anthony Randolph han sido los siguientes: 21.6 puntos, 6.3 rebotes, y 1.6 tapones, con unos escandalosos porcentajes del 76% en tiros de dos (16/21), 64.3% en triples (9/14), y un 75% en tiros libres (6/8), en casi 31 minutos por partido. Números de jugador absolutamente dominante.

El de Würzburg ha sido capital para el nuevo éxito blanco, por más que su cara sea la misma tras exhibirse que cuando tiene el día torcido. Sin ir más lejos, según ha podido saber Libertad Digital, hasta que a dos minutos y medio de la conclusión de la final, Sergio Llull implosionó para ganar el torneo con ocho puntos consecutivos, el estadounidense lideraba las votaciones para el MVP de la prensa especializada que cubría el evento, hecho que terminaría por revertirse tras el estratosférico final, uno más, del menorquín.

En definitiva, un jugador de momentos espectaculares, una bendición para los highlights y la venta del producto baloncesto. Pero, más allá de todo, alguien que si encuentra consistencia para aportar a su equipo durante cuarenta minutos, sin sufrir alguna que otra desconexión, está preparado para dominar el baloncesto europeo, si la tentación NBA no es demasiado fuerte, por ejemplo, el próximo verano. Eso sí, cuando Anthony Randolph abandonó el Fernando Buesa Arena a través de la zona mixta aproximadamente hora y media después de acabar la final, con su primer título en España y siendo pieza trascendental en el éxito de su nuevo equipo, lo hizo como mejor sabe: con cara de ir a comprar el pan y las manos en los bolsillos.

Genio y figura.

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