LD (EFE) La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha vuelto a acusar este miércoles al PP de abogar por "manuales liberales trasnochados" para hacer frente a la crisis y de ser partidarios, contra el dinero público, de privatizar, "el verbo que mejor saben conjugar".
De la Vega y la portavoz del grupo del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, han protagonizado de nuevo en la sesión de control al Gobierno un nuevo cruce de acusaciones y reproches, esta vez acerca de la respuesta del Ejecutivo a los efectos de la coyuntura económica. Pero también sobre los bagajes ideológicos de uno y otro, ya que la vicepresidenta, frente a la inversión pública por la que aboga el Gobierno, ha acusado al PP de "privatizar, privatizar y privatizar".
El caso Lukoil-Repsol sigue enfrentando al Gobierno y al Partido Popular. Al margen de ese contencioso, la portavoz parlamentaria de los populares en el Congreso ha afirmado que el Gobierno "no trabaja", hasta tal punto que, si los ministros "cobraran por objetivos cumplidos, hace muchos meses que deberían estar devolviendo sus sueldos".
Y ha citado al vicepresidente económico, Pedro Solbes, a quien, en palabras de Sáenz de Santamaría, da "pereza" cambiar unos Presupuestos "desfasados", y al titular de Industria, Miguel Sebastián, quien ayer anunció la puesta en marcha de un plan para paliar la situación del sector del automóvil, mientras se suceden las regulaciones de empleo. El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, también recibió críticas: "Es el ministro del paro".
Así que, a juicio de la portavoz del PP, entre la inoperancia de las medidas para afrontar la adversidad económica, y entre que muchos de los integrantes del Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero no se han dejado ver hoy por el pleno del Congreso, el Gobierno es "mitad invisible, mitad increíble".
La vicepresidenta ha defendido la iniciativa del Gobierno, y lo ha hecho con ejemplos: ha subido la pensión a quienes la reciben, ha aumentado en un 70 por ciento la cobertura del desempleo y ha incrementado un 30 por ciento el salario mínimo. Son medidas, en su mayoría, sobre "inversión pública", algo que "parece que da urticaria" a los diputados populares.
También ha enarbolado la capacidad de trabajo del Gobierno, que "se preocupa de los ciudadanos", que sabe que "hay muchas personas que deben hacer malabarismos para llegar a fin de mes" y que atiende a las familias. Y todo para contrastar el plan del Ejecutivo con la filosofía, a su juicio, del PP. Porque los populares abogan, ha dicho, por "manuales liberales trasnochados", de modo que "la sanidad se la pague el que pueda" o que "el agua se la beba el que la pague".