LD (M. Llamas) Los estados también pueden quebrar. El intenso deterioro de las cuentas públicas, tras los ingentes rescates económicos y financieros puestos en marcha en el seno de la Unión, unido a la profunda recesión económica y la inestabilidad bancaria sitúan en el disparadero de la suspensión de pagos a diversas economías europeas.
No obstante, el Gobierno alemán anunció la pasada semana la posibilidad de acudir al rescate de determinados países. De hecho, ni siquiera el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Joaquín Almunia, descarta ya esta posibilidad. Las dudas se extienden sobre Irlanda, Portugal, España, Grecia, Reino Unido, así como las economías de Europa del Este. Sin embargo, el auxilio público de países no está exento de riesgos.
El pasado viernes, Jürgen Stark, miembro ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), señaló al Ejecutivo germano que el Tratado de la UE impide a los estados de la zona euro acudir al rescate de otros países miembros. Dicha cláusula es “importante para el funcionamiento de la Unión Monetaria”, según advirtió en una entrevista concedida al diario alemán Spiegel.
El Tratado prohíbe que un país asuma los compromisos financieros de otros gobiernos, y su cumplimiento es básico para garantizar la disciplina fiscal en el seno de la Unión, según el BCE. Por el momento, la Comisión Europea ya ha abierto expediente disciplinario contra seis Estados miembros por déficit público excesivo (el límite máximo es del 3% del PIB). Entre ellos, España. Además, el coste de la deuda pública se ha disparado en las últimas semanas.
En este sentido, la deuda pública de Islandia, Portugal, Irlanda, España, Italia y Gran Bretaña presentan el mayor riesgo de degradación crediticia (menor calidad implica mayor riesgo de impago), según el último informe elaborado por BCA Research, una de las compañías de análisis de inversión más importantes del mundo.
Además, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca y Suiza presentan el mayor riesgo de nacionalización bancaria, exceptuando Islandia. El riesgo es, pues, real. La situación financiera de Irlanda es muy delicada, debido al gran tamaño de su sistema bancario y la profunda recesión que vive el país tras la pinchazo de la burbuja inmobiliaria y del crédito. Gran Bretaña no es ajena a estos mismos riesgos. Su deuda pública amenaza con elevarse hasta el 100% del PIB nacional, y la oposición conservadora no descarta solicitar ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los países del Este se enfrentan igualmente al riesgo de colapso que, de producirse, pondría en serios aprietos a gran parte de la banca europea, debido a su elevada exposición crediticia a las economías ex soviéticas. Ante tal panorama, los principales dirigentes de la UE se encuentran ante un dilema: Acudir al rescate de países o arriesgarse al colapso del euro. Entre los instrumentos disponibles, Berlín rechaza , en principio, la ayuda bilateral, ya que tendría un elevado coste político para el Gobierno de Angela Merkel, y tampoco confía en la emisión de bonos europeos para financiar el elevado coste de la deuda pública de determinados países, por la misma razón.
Alemania aboga, pues, por el enfoque multilateral, ya sea a través de un fondo específico de la UE o acudiendo al FMI, con el fin de diluir los nefastos efectos fiscales que conllevaría un rescate público de tal magnitud sobre sus cuentas públicas. Así, por ejemplo, se discute la posibilidad de emplear el Banco Europeo de Inversiones para crear un fondo de emergencia que proporcione liquidez, en forma de ayuda o préstamos, a los países en riesgo de suspensión de pagos.
Los países del Este precisan 400.000 millones
Pero la factura del rescate sería enorme. Europa del Este podría necesitar cerca de 400.000 millones de euros para cubrir a corto plazo los compromisos financieros adquiridos con la banca europea, según los distintos cálculos que circulan en el mercado. Además, el tamaño de algunas entidades financieras supera el PIB de algunos países de modo que, en caso de quiebra, el gobierno en cuestión tendría que solicitar ayuda al exterior ante la imposibilidad de asumir el coste de la nacionalización bancaria.
Por otra parte, el FMI ya ha proporcionado ayuda a Hungría, Ucrania, Letonia, Bielorrusia, Islandia, Pakistán y, en breve, también a Turquía. Sus fondos se están agotando con rapidez (unos 155.000 millones de euros). No por casualidad, los países europeos del G-20 propusieron el pasado fin de semana duplicar los fondos del FMI para ayudar con rapidez y flexibilidad a países con problemas en sus balanzas de pago.
La solución no es sencilla, y la decisión del Gobierno alemán será clave. Las opiniones sobre esta cuestión se suceden en la prensa alemana, tal y como recopila el diario Spiegel. Así, el periódico de centro-derecha Frankfurter Allgemeine Zeitung señala que "la crisis ha expuesto las debilidades de la Unión Monetaria Europea”. Muchos países de la UE han vivido por encima de sus posibilidades gracias a los “malos hábitos” propiciados por el paraguas de la moneda común. Por ello, es lógico que los inversores reclamen ahora primas de riesgo mucho mayores para comprar deuda pública de estas economías.
Abandonar el euro
Según el diario, algunos de estos países se enfrentan a una difícil decisión: "Restringir sus políticas de gasto o abandonar el euro". Es decir, el Plan C que se baraja en el seno de la Unión. El problema consiste en que si Alemania acude al rescate se disparará la inflación en la UE. Y es que, la intervención de Alemania, el emisor de bonos más fiable de Europa, podría disparar la desconfianza de los inversores y, por lo tanto, provocar el “colapso del euro”.
Por su parte, el diario financiero Handelsblatt indica que el Banco Central Europeo (BCE) podría proporcionar ayuda a corto plazo mediante la compra de deuda pública a los países en dificultades. Sin embargo, dicha solución "obligaría a imprimir dinero". Es decir, el valor del euro también se desplomaría. Curiosamente, esta última medida es la que pretende poner en marcha el Banco de Inglaterra o la propia Reserva Federal de EEUU (FED). Además, el BCE no puede tomar una decisión de estas características sin la aprobación de todos los miembros de la Unión Monetaria. Una opción remota, si se toma en consideración las terribles lecciones aprendidas por los alemanes durante la hiperinflación sufrida durante la República de Weimar.
¿Rescates, expulsión de la Unión Monetaria, colapso del euro? "En esta crisis nadie puede descartar nada", Joaquín Almunia dixit. El dilema está hoy encima de la mesa de los dirigentes de la UE.