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¿Estímulo o derroche?: el debate en EEUU sobre los efectos del "plan Obama"

El debate entre quienes defienden más gasto público y quienes quieren contener el déficit sigue abierto. Obama y Zapatero apoyan los planes de estímulo; Merkel y Trichet, la contención. En medio, los expertos discuten sobre su eficacia y peligrosidad. Éstos son los argumentos de unos y otros.

Tras año y medio después de que el Congreso de EEUU aprobara el plan de estímulo para reactivar la economía y generar puestos de trabajo, los expertos no se ponen de acuerdo sobre si el plan fue realmente una buena idea, ni tampoco sobre los efectos que ha tenido sobre la economía.

La idea detrás de las políticas de estímulo en tiempos de recesión está bastante clara, según sus defensores. Para éstos, la crisis es un periodo en el que el gasto en consumo e inversión se desploma. De repente la gente recorta su consumo por miedo a perder el empleo u otras causas. Dejan de salir tanto a cenar a restaurantes o posponen las reformas del hogar. Al mismo tiempo, los empresarios están temerosos de lo que vaya a suceder en el futuro y reducen considerablemente la inversión en máquinas, edificios, equipamiento informático, etc. Al reducirse el gasto, las empresas reducen su producción y despiden trabajadores, aumentando el desempleo.

Aquí es donde debería entrar el gobierno con sus planes de estímulo, gastando lo que no gasta el sector privado y aliviando así el problema del paro. En esta lógica es en la que se basa el plan de Obama, pero también el plan E de Zapatero, y otras medidas similares que se han implementado en medio mundo. John Maynard Keynes fue el gran defensor de este tipo de políticas en el siglo XX y por eso este tipo de medidas de aumento del gasto público suelen conocerse como keynesianas.

Pero este razonamiento no es de ningún modo el único. Otros economistas piensan que el gasto público puede ser no sólo inefectivo sino perjudicial para la recuperación de la economía. Éstos sostienen que las crisis, lejos de ser una enfermedad evitable por el gobierno, son la consecuencia necesaria de ciertos excesos financieros (exceso de deuda), con implicaciones en la economía real, que deben corregirse. La gente, los bancos y las empresas se endeudaron masivamente, debido en buena parte a diversas políticas públicas, y sectores como el inmobiliario, el financiero o el automovilístico se hipertrofiaron. La solución pasa por que estos sectores se ajusten y los recursos y trabajadores empleados en éstos se recoloquen a otras partes de la economía

Por ello, el gobierno no debe alimentar los problemas derivados de la excesiva deuda, ni tampoco apoyar los sectores que deben contraerse. Más bien, según estos economistas, debería dejarse al mercado libre que corrija los excesos, por medio de quiebras empresariales, impagos, caídas de precios y salarios, etc. Un periodo doloroso, alertan, pero necesario e inevitable. Además, la alternativa podría ser un largo periodo de estancamiento, como le ha sucedido a Japón en las últimas dos décadas.

Con estas diferencias de opinión, no es de extrañar que el debate siga abierto. ¿Debe reducirse el déficit público (diferencia entre lo que se gasta y lo que se ingresa) y comenzar a retirar todo el apoyo fiscal? ¿O deben continuarse e incluso incrementarse los estímulos para luchar contra el desempleo? ¿Austeridad presupuestaria o mayor endeudamiento público?

Los efectos del "plan Obama"

Antes de nada, debería echarse la mirada hacia atrás y ver los efectos del plan de estímulo de Obama. Con una tasa de desempleo que se ha doblado desde que comenzara la crisis y que se ha mantenido alrededor del 10% durante cierto tiempo, parecería que los planes de estímulo han tenido poco éxito a la hora de conseguir sus objetivos perseguidos.

Fuente: Bureau of Labor Statistics

Esto se ve más claro cuando comparamos la tasa de paro que había estimado el equipo de asesores de Obama con y sin estímulo. Como muestra el siguiente gráfico, las previsiones han sido totalmente erradas y han pecado de un excesivo optimismo sobre la eficacia de sus propias políticas.

Sin embargo, a pesar de la evidencia en contra del estímulo, sus defensores –como el mismo Obama o el Nobel de economía Paul Krugman- sostienen que el aumento del desempleo y la contracción de la actividad económica hubieran sido mucho mayores si el gobierno no hubiera inyectado gasto público. Una afirmación que no podemos contrastar con total certeza, dado que no sabemos qué hubiera pasado si se hubieran seguido otro tipo de políticas.

¿Y ahora qué? Economistas como Krugman reclaman más gasto público. Según él, sigue siendo el momento de priorizar la lucha contra el paro en lugar de preocuparse por el déficit fiscal. Otra cosa es que, como hemos visto, el estímulo logre realmente reducir el desempleo, algo que Krugman no parece cuestionarse. De retirar precipitadamente los paquetes de estímulo, la economía podría recaer peligrosamente en una depresión, alertan.

Déficit público norteamericano

Un déficit desbocado

Otros economistas, sin embargo, piensan que no puede continuarse con un déficit tan desbocado. Deben ponerse en orden las cuentas públicas. Como cualquier familia haría, lo más sensato tras haberse endeudado hasta las cejas sería apretarse el cinturón y recortar gastos. Así, éstos argumentan que se necesita un ambicioso plan de austeridad basado en recortes de gasto. Por un lado, se generaría mayor tranquilidad en los mercados de deuda, se reducirían los tipos de interés y así se fomentaría la inversión. Por otro lado, se dejarían de dedicar recursos escasos (dinero que sale del bolsillo de los ciudadanos) a proyectos de dudosa rentabilidad (como pavimentar rutas para tortugas).

En esta línea de lucha contra el déficit se sitúan líderes europeos como la presidenta alemana Angela Merkel o el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet. Éste ultimo dijo recientemente que "Es un error pensar que la austeridad fiscal es una amenaza para el crecimiento y la creación de empleo". Más bien al contrario: "Las economías que se embarcan en políticas de austeridad que otorgan credibilidad a su política fiscal refuerzan la confianza, el crecimiento y la creación de empleo", sostenía, según The Wall Street Journal.

En EEUU las cosas no están claras entre la Administración Obama. De momento, no se sabe hacia qué lado se decantará: ¿aumentará los estímulos o iniciará el recorte del abultado déficit?

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