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Keynesianos y liberales de EEUU sólo coinciden en criticar el plan anticrisis de Obama

El debate sobre los planes de estímulo aplicados por el Gobierno de EEUU sigue intacto. Sin embargo, los analistas coinciden en criticar las últimas medidas de Obama. Los keynesianos abogan por más gasto público, los liberales por reducción de impuestos y más mercado.

El debate sobre los planes de estímulo aplicados por el Gobierno de EEUU sigue intacto. Sin embargo, los analistas coinciden en criticar las últimas medidas de Obama. Los keynesianos abogan por más gasto público, los liberales por reducción de impuestos y más mercado.

LD (Ángel Martín) Los hay como el Nobel Paul Krugman que, siguiendo su interpretación keynesiana de la Gran Depresión, piensa que el estímulo ha sido "demasiado pequeño" para tener sus efectos positivos como el empleo. Otros destacados economistas como el también premio Nobel, Paul Samuelson, ridiculizan a los analistas que critican los planes de reactivación mediante el creciente gasto público, y pide que se “recuerde a los que frenaron la recuperación estadounidense” en los años 30.

Lo que parece claro a estas alturas es que los planes de estímulo aplicados en EEUU, tanto en lo que concierte al sistema financiero como al sector de la economía real, no están dando los resultados que sus planificadores preveían. Las posiciones contrapuestas en este ámbito se intensifican por momentos.

Por un lado, tanto Krugman como Samuelson afirman que los estímulos han sido muy tímidos y reclaman una mayor contundencia. Advierten de que hay que dejar a un lado la "responsabilidad fiscal" y empezar a relanzar el empleo de nuevo vía gasto público. Alertan que si se dejara a las fuerzas del mercado dirigir la situación, la economía de EEUU entraría en un círculo vicioso de características desastrosas, donde el descenso actual del consumo forzaría a las empresas a despedir a los trabajadores. Éstos, al disponer de menor renta disponible, consumirían todavía menos, proceso que continuaría hasta adentrarse en un agujero muy profundo. Las inversión pública servirá para evitar esta situación, añaden.

Sin embargo, no todos están de acuerdo. Así, algunos economistas rechazan los planes de expansión fiscales, simplemente, porque no funcionarán. Ni funcionaron en los años 30 en EEUU, ni en Japón en los 90 y, por ello, tampoco ahora. Mario Rizzo, profesor de la New York University, ofreció hace pocos días una conferencia en The Club for Growth-Heritage Foundation. Se titulaba La Malasignación de Recursos y la Presente Crisis. Sus cuatro puntos clave, a partir de los cuales evaluar la bondad de los planes de estímulo, eran los siguientes:

1. La principal causa de la actual crisis es la mala política monetaria desde 2002 a 2006.
2. El estímulo no debería reforzar la mala asignación de recursos que ha originado la expansión del crédito anterior.
3. Los planes de estímulo público deberían crear valor económico, no destruirlo.  
4. El mejor estímulo consiste en recortes de impuestos que establezcan los incentivos adecuados para reactivar la actividad económica.

En un nuevo post, critica el Plan de Obama sugiriendo que el “estímulo macroeconómico está diseñado para conseguir precisamente los objetivos equivocados. El problema no es el tamaño (del estímulo, como afirma Krugman) sino su idoneidad”. De este modo, explica que la pérdida de empleos que está sufriendo el país norteamericano se debe a una reasignación masiva de recursos y factores productivos, que se sobre-expandieron al calor del nuevo crédito generado gracias a la política de la Reserva Federal.

Precisamente, estos sectores son los que más empleo están perdiendo, porque son los que se tienen que ajustar a las necesidades de los norteamericanos. Sin embargo, los planes de estímulo público tratan de salvar estos sectores (industria automovilística, sector de los servicios financieros...), que cuentan con un importante componente de demanda artificial. De esta manera se está evitando y retrasando el necesario e inevitable reajuste en la economía productiva, con lo que no se estimula la producción y la economía, sino que lo que se fomenta es la incertidumbre. Por ello, Rizzo concluye que el estímulo no suavizará la recesión, sino que la prolongará.

Al igual que en el caso de la nacionalización, las discrepancias sobre los planes de gasto público se suceden. Estas disensiones son las que comentaba Business Week en el artículo titulado Los economistas se apresuran en discrepar sobre las soluciones de la crisis. Hay quienes piensan que la crisis puede desembocar en una "espiral peligrosa" (mayoritariamente aquí se encuadran los discípulos del británico John Maynard Keynes) y quienes, por el contrario, defienden que esto es un proceso de reajuste y "vuelta a empezar" inevitable (donde estarían prácticamente el resto).

Monetaristas y keynesianos, sumados a los economistas de la Escuela Austriaca que previeron el actual estado de cosas, ha abierto el debate en EEUU acerca de las soluciones a aplicar para paliar los efectos de la mayor crisis económica desde la II Guerra Mundial.

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