El valor de la moneda japonesa alcanza su nivel más alto desde la II Guerra Mundial, situándose en los 76 yenes por unidad de dólar, agravando la situación de la economía nipona y, sobre todo, de la competitividad de sus exportaciones tras el desastre del terremoto.
La fortaleza del yen ha contraído el Índice Nikkei de la Bolsa de Tokio casi el 1,5%. El selectivo japonés se dejó 131,05 puntos, el 1,44%, y quedó en 8.962,67 unidades, después de que ayer hubiese recuperado parte de las pérdidas obtenidas en las dos primeras sesiones de la semana.
La reacción del Banco de Japón (BOJ) ha sido una nueva inyección de liquidez en el mercado por cuarto día consecutivo. La entidad ha puesto en circulación cinco billones de yenes (44.892 millones de euros o 63.900 millones de dólares) y la divisa japonesa se ha recompuesto situándose entorno a los 79 yenes por dólar.
Pero no sólo la economía japonesa se resiente ante el impacto de la revalorización del yen, también lo hacen aquéllos que poseen una hipoteca multidivisa, donde el préstamo se obtiene en otra moneda distinta al euro y se aprovechan los bajos tipos de interés que en este caso tiene el Libor del yen respecto al Euribor.
Esta elección tiene un riesgo importante. El problema surge cuando la divisa elegida, en este caso el yen, cambia de valor repentinamente encareciendo la cuantía de la hipoteca. En el caso de Europa, desde hace cuatro años el yen se ha revalorizado cerca de un 25% respecto al euro (de 150 yenes por euro en 2007 a 110 ahora), lo que ha convertido en una trampa la contratación de este producto. Esta fuerte subida de la divisa nipona se traduce en que una hipoteca en yenes por 150.000 euros contratada hace cuatro años ahora asciende a 175.000 euros, y ello pese a haber pagado las cuotas religiosamente.
Con el Euríbor a tasas del 5% hace unos años los bajos niveles en el tipo de interés de referencia de estas hipotecas hacían muy atractiva la opción de la multidivisa, pero ahora la depreciación del euro con respecto al yen ha cambiado las tornas aumentando el coste de los préstamos. Un coste que continuará al alza si la moneda nipona sigue a este ritmo de apreciación.