LD (L. Ramírez) El martes 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar en Boston el denominado Boston Tea Party, en el que se lanzó al mar todo un cargamento de té. Este fue un acto de protesta de los colonos americanos contra Gran Bretaña, considerado como un incentivo para dar inicio a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
La rebelión de los colonos en el puerto de Boston, Estados Unidos, se produjo como consecuencia de la aprobación por Gran Bretaña en 1767 de nuevos derechos de aduana que gravaban las importaciones a la metrópoli de distintos productos, incluido el té, para beneficiar a la Compañía Británica de las Indias Orientales a quien los americanos boicoteaban comprando el té de Holanda.
En EEUU los ciudadanos rememoran este hecho histórico a través de las tradicionales Tea Parties, que se celebraron la semana pasada en Washington, Chicago, Orlando, Pittsburgh, Nashville, Saint Louis, Portland, Kansas.
Este año los contribuyentes norteamericanos han aprovechado una de las fiestas liberales por antonomasia para mostrar su claro rechazo a la política económica del nuevo presidente de EEUU, Barack Obama. No es de extrañar, ya que ha triplicado el déficit fiscal que le dejó su predecesor George W. Bush, además de aprobar un plan de que elevará los impuestos en un billón de dólares. Los presupuestos de Obama costarán más de 1.000 millones al día durante diez años.
Y las protestas no se quedan sólo en el terreno de la opinión pública. Algunos Estados empiezan a hablar ya de la posibilidad de la secesión, por considerar “ilegal” el plan de Obama. Argumentan que el nuevo presidente se ha excedido en sus funciones y que ha usurpado los poderes del Estado traspasando la frontera competencial.
Esta ola de rechazo al paquete de estímulo de Obama está generando incluso que algunos miembros de la Cámara de Representantes recomienden incluso la insumisión fiscal.
Como muestra un botón. En la Tea Party que se celebró en Saint Louis y que fue promovida por algunos activistas republicanos los ciudadanos expresaron su oposición al derroche de gasto público y a la subida de impuestos. Tal fue el éxito de la convocatoria que el principal organizador, Bill Hennessy, se arrepintió de no haber cobrado entrada.
Desde televisiones especializadas en economía, como la CNBC, se protesta contra el plan y se emplaza a los contribuyentes a oponerse a él de forma pública.El analista político Mark Tapscott pinta un escenario para describir lo que, a su juicio, ocurrirá en las próximas semanas. Considera que “la siguiente ronda de protestas se realizará en lugares como San Francisco, donde se encuentra la oficina de distrito de la presidenta del Congreso Nancy Pelosi, y en otras regiones que sean nucleos duros para los políticos demócratas”.
Tapscott cree que todas las manifestaciones de rechazo terminarán produciéndose en Washington y que emplearán “las mismas armas” que utilizaron defensores de Obama durante la campaña. En concreto, cita el ejemplo del reverendo Jesse Jackson, que “presionó a los banqueros, grandes empresas y a las Cortes de Justicia” para desacreditar la política de Bush. “Es hora de que prueben de su propia medicina”, apostilla el analista político editor del diario The Washington Examiner.
“Marcharán a la Casa Blanca y al Congreso. Grandes movimientos necesitan grandes objetivos”. Ya hay millones de firmas de personas que han expresado sus protestas en las Tea Parties, pero habrá que determinar una fecha para entregárselas al presidente en persona. Y eso sera sólo el principio”, escribe Tapscott.
Y no les falta razón, como expresó uno de los manifestantes en la Tea Party de Boston: “el problema comenzó cuando los americanos comenzaron a gastar dinero que no tenían y ahora lo queremos solucionar gastando más dinero que no tenemos”.La deuda y su financiación mediante el déficit público siempre la acaban pagando los ciudadanos con su trabajo, a través del pago de impuestos.
Este enfoque lo respaldan los más de 200 economistas que han firmado un comunicado en el que critican duramente el millonario rescate aprobado por el presidente de EEUU, Barack Obama y que, a su juicio, permitirán a la economía del país a volver a la senda del crecimiento. "Con el debido respeto, Sr. Presidente, eso no es verdad", dicen.
Tal como informó LD, esta frase ha sido el título escogido por estos economistas para el comunicado del Cato Institute en contra del Plan de Estímulo de la Administración de Obama, en referencia a las declaraciones del presidente en las que afirmaba que: "No hay ningún desacuerdo en que necesitamos la acción de nuestro gobierno, un plan de recuperación que ayudará a relanzar la economía".
Este grupo de economistas denuncian en este escrito el habitual falso consenso empleado por los políticos de medio mundo para dar legitimidad a sus políticas intervencionistas, ya sea en planes de rescate o planes para salvar al mundo del cambio climático.
El comunicado lo firman más de doscientos economistas de las universidades e instituciones más prestigiosas de los EEUU, incluyendo a varios Premios Nobel como Vernon Smith o James Buchanan. Como era de esperar, Krugman no lo ha firmado.