Obama pretende que esos 250.000 dólares (algo menos de 200.000 euros) marquen la frontera de la riqueza. Por eso, ha vendido su decisión como un castigo a los más ricos, a los que pide un esfuerzo para financiar los nuevos planes de gasto. El problema es que cada vez hay más dudas sobre la efectividad de este tipo de medidas y, además, aquellos que soportarán el peso de las mismas no son, ni mucho menos, las grandes fortunas.
Un cuarto de millón de dólares de ingresos es una cantidad importante también en EEUU, pero no es, en uno de los países más ricos del mundo, una cifra descomunal. Muchas familias de clase media o pequeños empresarios que hayan prosperado en los últimos años pueden tener estos ingresos y ahora serán castigados por Obama por su éxito. Subir impuestos a los más pudientes es una medida clásica en la izquierda, pero su resultado suele ser la fuga de capitales, la caída del consumo e, incluso, la pérdida de ingresos (los verdaderamente ricos se marchan con sus millones a otra parte).
A pesar de todo esto, el presidente de EEUU ha defendido este miércoles la necesidad de eliminar las actuales desgravaciones fiscales a los más ricos, pese a la oposición de los republicanos y algunos legisladores de su propio partido.
En un discurso en Cleveland (Ohio), una de las zonas más deprimidas del país, el presidente estadounidense pronunció su cuarta alocución sobre la economía en seis días, en la que anunció propuestas para dar beneficios fiscales a las empresas que inviertan en nuevos equipos y arremetió contra las propuestas de la oposición republicana.
"Quieren que tomemos prestados 700.000 millones en los próximos diez años para dar un recorte de impuestos de cerca de 100.000 dólares a gente que ya es millonaria", indicó el presidente estadounidense. Los republicanos, algunos demócratas y diversos economistas proponen que Obama prorrogue el recorte de impuestos sobre la renta que adoptó su predecesor, George W. Bush, y que expira en diciembre.
Al menos, la Casa Blanca propone hacer permanentes esos recortes sólo para las familias que ingresen menos de 250.000 dólares anuales y eliminarlos para las rentas superiores a esa cifra. Aunque habría sido difícil aceptar una subida de impuestos para todos los contribuyentes en un año electoral.
"No es para castigar a los más acomodados, es porque no podemos permitirnos los 700.000 millones de dólares que costaría" mantener esos recortes, subrayó el presidente estadounidense. Lo que parece que no se ha planteado es la posibilidad de no iniciar nuevos planes de incremento del gasto público como los planteados hasta ahora y que dejan pequeños a cualquiera de los realizados por sus predecesores.