LD (EFE) A la luz de sus propias cifras, los sindicatos calificaron la jornada de éxito y pidieron al Ejecutivo "acciones concretas" para atender sus reivindicaciones sobre el empleo y el poder adquisitivo, sus dos reclamaciones de la jornada.
Más allá de la guerra de cifras, las movilizaciones provocaron problemas en los transportes públicos, las escuelas y otros servicios, como Correos y las empresas estatales de luz y gas.
El tráfico aéreo no se vio afectado en los vuelos de largo recorrido, pero unos 400 de los otros fueron anulados y los que despegaron lo hicieron con retrasos de hasta una hora y 40 minutos de media en el aeródromo parisiense de Orly y de media hora en el de Roissy-Charles de Gaulle.
El paro tuvo poca incidencia en los trenes internacionales, donde sólo se suspendió un Eurostar con destino a Londres y uno de cada tres trenes con destino a Ginebra. El resto de las conexiones con España, Italia y Suiza funcionó con normalidad. En los viajes domésticos circularon dos de cada tres trenes regionales y aproximadamente la mitad de los cercanías.
En el metro parisiense, ocho de las catorce líneas sufrieron perturbaciones y en los autobuses también hubo problemas en la mayor parte de las ciudades. Aproximadamente la mitad de los profesores no acudió a las escuelas y Correos registró un seguimiento de entre el 30 por ciento, según los sindicatos, al 15 por ciento calculado por la dirección.
La oposición política de izquierdas, algunos de cuyos líderes se manifestaron junto a los trabajadores, trasladó el descontento de la calle a la Asamblea Nacional (cámara de diputados) aprovechando la sesión de control al Gobierno. Dominique de Villepin aseguró haber escuchado el mensaje de los manifestantes y se mostró comprensivo con su "impaciencia y desánimo", aunque insistió en aplicar su política porque, según dijo, está destinada precisamente a crear empleo y a aumentar el poder adquisitivo.
Esta ha sido la séptima gran jornada de movilización sindical desde que en 2002 los conservadores gobiernan en Francia, aunque la primera desde que el actual Ejecutivo está al mando del país. Las cifras barajadas, tanto por sindicatos como por la policía, se asemejan a las del último paro, convocado en marzo pasado en defensa de los salarios y de las 35 horas laborales. Aunque el Gobierno de entonces no rectificó su política, los analistas consideran que aquella jornada encarnó un clima de descontento social que influyó, mes y medio después, en el triunfo del "no" en el referéndum sobre la Constitución europea.