Según recoge esta crónica de fuentes que firman este domingo Casimiro García Abadillo y Ángeles Escrivá de El Mundo, los catedráticos Fernando Valdés, asesor de UGT y Jesús Cruz Villalón, también próximo al PSOE, hablaron con Zapatero de la reforma laboral poco antes de que se aprobara en consejo de ministros.
De hecho, según cuenta la crónica del diario El Mundo, los expertos juristas que habían trabajado en la elaboración del decreto no se enteraron de los cambios hasta después de que fuera aprobado en Consejo de MInistros.
El brusco cambio sorprendió a los juristas que habían estado trabajando en los borradores, y que trataron de plasmar con exactitud las peticiones iniciales del Ejecutivo. Muchos de los cargos que colaboraron a elaborarla no se enteraron hasta después de su aprobación en el Consejo de Ministros. El bandazo también causó perplejidad den el presidente del Banco de Santander, Emilio Botín, que había hablado con Zapatero en jornadas previas.
De esa manera, elementos fundamentales de la reforma como la concreción en las causas de despido objetivo o la posibilidad de descolgarse de los convenios laborales para empresas en crisis quedaron aparcados súbitamente, cuando el acuerdo ya estaba cerrado. El documento final, que de todas formas ni siquiera logró el respaldo unánime de los socialistas esta semana en el Congreso, recuerda García Abadillo.
Un documento fue entregado el pasado jueves 10 de junio a los sindicatos de manos de Corbacho. Según El Mundo, el fiasco en la negociación de este texto, tras 11 horas de reunión, llevó los sindicatos a concretar la huelga general para el próximo septiembre. Este borrador fue difundido por los medios el viernes 11.
Ese día Botín telefoneó a Juan Antonio Sagardoy para pedirle su opinión sobre la propuesta, preocupado por la posible reacción de los mercados. Un día después Sagardoy le respondió con un par de folios que resaltaban los ocho puntos que hacían, a su entender, que la reforma fuera insuficiente.
Tras la información de Sagardoy, Botín habló con representantes de CEOE y PP, así como con Durán Lleida. La expresión “churro” que el portavoz de CiU empleó para calificar la reforma fue precisamente la misma que usó el presidente del Santander a la hora de describirle la reforma.
Botín, naturalmente, también habló con Zapatero, revela El Mundo. El presidente se mostró receptivo y pidió que se le remitiese el papel de Sagardoy. En Moncloa se daba por sentado que la reforma incluiría un periodo de pérdidas de seis meses para determinar las causas para que las empresas recurrieren al despido objetivo por causas económicas, que contempla un despido de 20 días por año. A esa cantidad, sigue el diario, habría que deducir los ocho días que pagaría el Fogasa, con lo que el empresario sól pagaría 12 días de indemnización.
Y entonces Zapatero cambió, para sorpresa de casi todos en Moncloa. La razón fue esa reunión secreta con Cruz Villalón y Valdés. Lo que éste último le dijo al presiente es que una propuesta como esa, que incluía las recomendaciones de Sagardoy, supondría una liberalización sin precedentes del mercado que le llevaría a un enfrentamiento con UGT. De esta conversación salió el actual decreto, el que fue aprobado por el Consejo de Ministros del día 16 y convalidado en el Congreso el 22 de junio.