Hace menos de dos años que José Luis Rodríguez Zapatero suprimió el Impuesto sobre el Patrimonio. El ejercicio 2007 fue el último de vigencia de este tributo, que recaudó más de 2.121 millones de euros. En diciembre de ese año, el presidente del Gobierno utilizó unas jornadas organizadas por The Economist para anunciar su próxima supresión y lo hizo utilizando numerosos argumentos, tanto prácticos como morales. No fue el único, puesto que unas semanas antes el PSOE madrileño de Tomás Gómez ya había alertado acerca de lo "injusto" que resultaba para los contribuyentes de clase media.
Rodríguez Zapatero aseguró entonces que se había convertido en “un tributo que recae sobre las clases medias" pero "no sobre las más altas" que "encuentran fáciles mecanismos de elusión". Además, consideró que su supresión es un "estímulo para que en este país no se penalice el ahorro que representa el pago del impuesto".
También adujo que su eliminación permitía la “simplificación" del sistema fiscal y garantizaba la igualdad entre los españoles. Por último, el presidente recordó que era un tributo en vías de extinción en Europa (en la UE sólo está vigente en Francia). De hecho, algunas publicaciones como The Wall Street Journal la calificaron esta supresión como “la mejor idea propuesta” en materia económica por el Gobierno español.
Sin embargo, todos estos argumentos podrían estar a punto de saltar por los aires tras las reacciones que ha desatado el tijeretazo. Cuando el pasado miércoles 12 de mayo Zapatero anunció en el Congreso el mayor recorte del gasto social de la historia de España seguramente sabía que iban a ser medidas controvertidas, pero quizás no se imaginaba que las reacciones en su partido y en los medios afines podían ser tan críticas.
"A los que más tienen"
De esta manera, a las pocas horas del anuncio ya empezaron a oírse voces que reclamaban un aumento impositivo para las “clases altas”, una de las tradicionales banderas de enganche de la izquierda. Y el Gobierno ha decidido contradecirse y recuperar el mismo impuesto del que renegaba hace sólo dos años, con la excusa de que sólo afectará "a los que más tienen". Ésta es una cuestión que ponen en duda muchos expertos, que creen que este tributo no aporta demasiados ingresos y acaba recayendo sobre la clase media, a pesar de su peso propagandístico en algunos sectores del electorado.
El anuncio todavía no es oficial, pero ya se da por descontado. Eso sí, todavía no hay detalles, puesto que el Gobierno se ha limitado a lanzar varios globos sonda, sin llamarlo Impuesto de Patrimonio, a través de diferentes medios de comunicación para ver cómo se recibía la medida entre los ciudadanos. En el Consejo de Ministros de este jueves tanto Elena Salgado como María Teresa Fernández de la Vega se han negado a dar ningún detalle de la propuesta y se han limitado a repetir las palabras de Zapatero sobre "los que más tienen".
Esta improvisación podría ser la razón por la que no se han concretado los detalles del impuesto: no se sabe cuál será el límite a partir del cual se cobrará, ni el tipo que se aplicará, ni si afectará a todo tipo de bienes o quedarán excluidas las propiedades inmobiliarias.
De esta manera, la Cadena Ser anunciaba este jueves que el Gobierno creará un nuevo impuesto extraordinario para “las rentas más altas” en un plazo máximo de dos semanas. Según esta información, afectaría a las personas que sumando todo lo que tienen (propiedades, acciones, ingresos y ahorros) superen ampliamente el millón de euros en su haber.
Por su parte, desde Europa Press se aseguraba que se estaban ultimando los detalles de dicho nuevo impuesto. A diferencia de la Cadena Ser, no se atrevieron a establecer una cuantía a partir de la cual se aplicaría el nuevo tributo, aunque destacaron que sería para patrimonios bastante superiores a un millón de euros. Sin embargo, en El Mundo se aseguraba que el impuesto se aprobará a lo largo del mes de junio y que sólo afectará a los patrimonios superiores a los dos millones de euros.