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Discurso de Consuelo Ordóñez en el homenaje en Madrid

Discurso íntegro de la hermana de Gregorio Ordóñez en el homenaje en Madrid.

Discurso íntegro de la hermana de Gregorio Ordóñez en el homenaje en Madrid.

"Buenas tardes a todos. Me presento ante vosotros 19 años después del asesinato de mi hermano y con algo claro que decir: no hay nada de mi hermano Goyo que os pueda decir y que no conozcáis. Pero sí puedo hablar de algunas de sus virtudes que han caído en el olvido.

Gregorio era una persona excepcional. Sabía que lo iban a matar. Y aún así, eligió luchar. Él dijo: "Por mucho que maten, no van a conseguir nunca nada". Lo asesinaron para callarle. Pero Gregorio, aún sin estar con nosotros, nos embarca en una lucha que no dejaremos de lado jamás. Él querría que siguiéramos adelante. Y eso hacemos. Luchar, luchar y luchar.19 años después de su muerte, me sigue dando lecciones todos los días. Pero han cambiado muchas cosas desde entonces.

Voy a aprovechar mi intervención para explicar los peligros de olvidar a las personas que murieron a manos de la barbarie terrorista. Todos fallecieron por no estar de acuerdo con un proyecto totalitario que no sólo intenta imponer un grupo de pistoleros sanguinarios, sino también un brazo político que hoy está más cerca que nunca de conseguir sus objetivos.

Nos cuentan que ETA está derrotada, que el Estado de derecho ha ganado. Nos cuentan que los demócratas no cedimos ante el empuje de la izquierda abertzale radical. En definitiva, nos mienten.

Hoy la batalla es la misma que la de hace 20 años. La única diferencia es que hoy estamos a punto de ceder, de permitir que políticos con la boca manchada de sangre reescriban la historia plagándola de falsedades. Con respecto a esto, quiero trasladaros algunas sugerencias:

-"El problema de ETA se soluciona cuando el último asesino de ETA pudra sus huesos en la cárcel. Lo demás, son tonterías. En lo demás, los partidos políticos lo único que hacen es perder el tiempo".

-"Quien no defiende el derecho a la vida como algo incuestionable no puede llamarse vasco, mas bien deshonra a todos los vascos y a nuestro pueblo".

-Aquí, hoy, "apuesto por unos valores". Los que justifican los asesinatos de ETA, "sobran". "Ellos son los únicos provocadores". En Euskadi "caben todas las personas de buena voluntad" y "lo que de verdad exigimos es que la basura empiece a funcionar por donde tiene que funcionar, por las cloacas". "Las personas normales no tenemos que encontrarnos con ellos por la calle".

-"El problema de ETA acabara cuando todos le planten cara". "La solución no llegará de Madrid, ni de un nacionalismo fanático, tanto el del PNV como el de Eusko Alkartasuna, que son inoperantes e incapaces de enfrentarse con valentía a sus seguidores con la banda de mafiosos de ETA y sus bufones".

-"Tienen razón que me llaman radical. Soy un radical en la defensa de la vida y en la defensa de la honradez".

¿Sabéis qué es lo más duro de todo esto? Que todo lo que acabáis de oír saliendo de mi boca no son palabras escritas por mí. Son palabras, frases y argumentos que fueron pronunciados por mi hermano hace más de 20 años. No he cambiado ni una coma, amigos. ¿Sabéis qué quiere decir eso? Que esas palabras, frases y argumentos siguen sin chirriar en el contexto actual. Es decir, que la situación no ha cambiado tras dos décadas en las que los poderes públicos siguen sin escucharnos. Os voy a recordar un dato, quizá olvidado por quienes recuerdan a los muertos por cómo murieron y no por lo que murieron: Gregorio Ordóñez, dirigente del PP, entonaba los mismos reproches que hago yo hoy por cuenta propia. Por ello, los que mataron a mi hermano le llamaban radical. Hoy, en cambio, incluso los demócratas de siempre me llaman radical a mí por defender lo mismo que Goyo.

Cuando acabó su licenciatura, a Goyo le tocó vivir una situación muy parecida a la de ahora, una situación en la que una gran crisis económica ahogaba los bolsillos de los ciudadanos. De nada le sirvieron su docena de matriculas de honor, su título en el mejor centro de formación de periodistas de toda España, la Universidad de Navarra. De ahí que lo primero que hiciera fuese trabajar en el negocio familiar, la lavandería industrial que mis padres tenían.

Poco después llegó la oportunidad a través de un familiar de trabajar en un periódico vespertino, Norte Exprés, de vida efímera por culpa de la coyuntura económica. No obstante, a Goyo le dio tiempo a dejar su sello en periódico. Os cuento una anécdota que tuvo con el obispo Setién, quien siempre mantuvo una actitud tibia en torno al terrorismo de ETA.

Mi hermano le insistió una y otra vez. Quería entrevistarle y su insistencia acabó teniendo premio. Setién accedió. Y allí que se fue el intrépido Ordóñez totalmente ilusionado con la que iba a ser una de sus primeras y más importantes entrevistas. Pero todo se torció muy rápido porque la primera pregunta que se le ocurrió a mi hermano fue esta: "¿Usted cree en Dios?". No hubo ocasión para la segunda. A Monseñor Setien le pareció una impertinencia, se negó a continuar y le señaló la puerta.

Por aquel entonces trabajaban en el periódico personas vinculadas a Alianza Popular y debieron ver la tenacidad en la figura de mi hermano, debieron ver en él dotes de Capitán Trueno, dotes de un joven sin nada que "perder", lleno de vida y de energía. Le ofrecieron el trabajo de gerente del partido; a lo que lógicamente accedió vistas las posibilidades que en ese momento reinaban en nuestra ciudad. Pues ya veis, un poco de casualidad, o para quienes no creemos en casualidades, el destino que se le había adjudicado. Fue ahí donde inicio su supersónica carrera política. Durante todos esos años yo me preguntaba por qué mi hermano vivía tan rápido, por qué le pasaban tantas cosas, por qué se desarrollaba tan velozmente, y yo tan lentamente... El 23 de enero de 1995 encontré la explicación.

Mi hermano era un gran madrugador. A las siete estaba en la calle, iba al Ayuntamiento leyéndose los periódicos. Cuando llegaba, repasaba todas las noticias que pudieran concernirle, en primer lugar los asuntos municipales y luego los vascos. Luego él mismo redactaba sus declaraciones y las pasaba a los medios por fax, ese amado aparato que se llevaba siempre consigo, no podía faltar en el coche, su segundo despacho de trabajo. Si allí oía alguna noticia por radio que le incitaba a una urgente contestación, pues ahí estaba esa gasolinera. Bajaba, escribía rápidamente sus declaraciones y las mandaba con ese armatoste llamado fax que llevaba en el coche. Qué hubiera sido Goyo ahora con la meteórica revolución de los medios , ¿trending tropic todos los días?

Su pasión por su ciudad y sus gentes era por todos conocida, rozaba el fanatismo sano, se desvivía por sus ciudadanos y así lo demostró con su inagotable trabajo, y con las largas colas de donostiarras que esperaban la ansiada cita que se formaban en el rellano anterior a su despacho del Ayuntamiento. Se corrió la voz como la pólvora. Cuando alguien tenía un problema, otro alguien le animaba: "Vete a ver a Ordoñez, él te recibe y hará lo posible por ayudarte".

Por eso se ganó a pulso esa frase que le caracterizaba tanto: "¡Goyo pensaba en blanco y azul!". Ahí va otra de sus frases, de esas que repetía una y otra vez en su relación con todo tipo de gentes, desde periodistas, ciudadanos y organismos hasta sociedades con las que trataba a lo largo del día. Era esta: "Cuando queráis".

Goyo tenía muy claro cuando se metió a política que la normalidad civil vasca se conseguiría con el final del terrorismo y que éste solo se alcanzaría mediante una política de firmeza. Una de sus primeras batallas fue la semántica, llamar terroristas a los asesinos de ETA y definirles como fascistas. Todo esto a primeros de los 80, que se dice pronto.

Eran momentos durísimos, se reunía de forma clandestina, con persianas bajadas, no encontraban a nadie que quisiera ir en listas y ni os cuento cuál era el panorama en los pueblos, donde HB tenia entonces el 20% del voto de la población. El panorama era desmoralizador. En esas condiciones empezó mi hermano a bregar en política. Fueron un grupo de veinteañeros y alguno ni siquiera llegaba a los 20, la prensa no les hacía el menor caso, tenían 157 afiliados y de esos 157 apenas 10 eran operativos.

Esta es la historia de mi hermano. Le siento muy presente y os hago una confesión, últimamente más que nunca. Noto esa presencia cuanto mayores son las dificultades, cuanto mayores son las presiones, cuando más nos quieren silenciar, cuando más parece que algunos molestamos, cuando mas se quiere dirigir y controlar nuestros espacios. Sigo y seguiré defendiendo lo mismo de siempre, lo que defendió mi hermano, por lo que ETA mató a mi hermano. Hoy más que nunca, le recuerdo diciendo esto: "Tienen razón que me llaman radical. Soy un radical en la defensa de la vida y en la defensa de la honradez".

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