Baltasar Garzón atraviesa ahora mismo el momento más delicado de su carrera judicial desde que abandonó su escaño en el PSOE y regresó a la Audiencia Nacional. Se encuentra imputado en dos procedimientos, uno por abrir causa general al franquismo y otro por los polémicos cobros de los cursos que impartió en Nueva York, ante el tribunal Supremo. En el primero de ellos, el Alto Tribunal ya ha ratificado que existen indicios suficientes como para sentar a Garzón en el banquillo de los acusados por un delito de prevaricación.
En este contexto, según informa el diario El Mundo, un grupo de amigos del juez estrella está recogiendo firmas para proponer al ministro de Justicia, Francisco Caamaño, que solicite la concesión de la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort. Se la máxima condecoración existente en el mundo del Derecho, destinada a premiar a las personas que hayan contraído “relevantes méritos” en el servicio a la Justicia. La cruz fue creada por Franco el 23 de enero de 1944.
Los promotores de la iniciativa, como el decano de los jueces centrales de instrucción de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, y la fiscal Dolores Delgado, amigos de Garzón, argumentan que el magistrado ha realizado una “extraordinaria” aportación “desde parámetros legales y constitucionales”.
Ya hay quien se ha negado a sumarse a la iniciativa que pretende recoger firmas y enviárselas a Caamaño. Unos, porque consideran que ésta trata de retar al Tribunal Supremo; y, otros, porque creen que se desnaturaliza la condecoración al convertirla en una medida de apoyo a un juez que hasta ahora había sido intocable y que, actualmente, se encuentra en apuros.