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Borja Prieto

González-Sinde, una buena elección

Zapatero hace bien en premiar a los que mejor le sirven. Los internautas son para él literalmente despreciables. No tienen influencia, ni relevancia, ni capacidad de organización ni fuerza para hacer llegar su mensaje a millones de votantes.

No es por llevar la contraria a Daniel Rodríguez Herrera, a Enrique Dans, a Víctor Domingo y a tantos otros que han escrito lo contrario estos días, pero realmente la decisión de nombrar a Ángeles González-Sinde ministra de Cultura solo puede calificarse como acertada. Acertada para quien ha tomado esa decisión, claro.

¿Que el grupo "Ángeles Gonzales-Sinde Pírate" ya tiene 15.000 miembros? ¿Y bien? ¿Realmente le importa a alguien, excepto a los 15.000 frikis que a) estamos en Facebook y b) nos apuntamos a un grupo así? Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas, expone varias razones por las que el nombramiento no le gusta. Estoy de acuerdo con todas, pero discrepo en que se trate de una provocación a los internautas. No es una provocación, es simplemente desprecio.

Tiene toda la lógica que Zapatero desprecie a los internautas. Los que ahora protestan son los mismos que clamaban contra el canon. Mucho ruido y pocas nueces. El canon está ahí, y los internautas felices viendo vídeos en YouTube, compartiendo tontadas en Facebook y pagando a Teddy Bautista por pasarle al cuñado un CD con las fotos de las vacaciones. ¿Alguien se acuerda de la LSSI, esa que iba a ser tan mala y tan dañina para las libertades personales cuando la promovía el PP? Pues el PSOE aprobó su propia versión, corregida y aumentada, y los internautas sin rechistar.

Por otro lado, el cine sigue siendo un vehículo de propaganda importantísimo para Zapatero. Y la televisión, porque en España el mundo del cine y el de la ficción televisiva son conjuntos con una enorme intersección. Y lo que ve la gente en las pantallas es lo que el Gobierno quiere: una guerra civil en la que lucharon sanguinarios fascistas contra inocentes demócratas; homosexuales modernos y simpáticos, siempre buenas personas; católicos (curas o no) retrógrados, hipócritas y permanentemente malhumorados; matrimonios infieles con hijos que desprecian y humillan a sus padres; honrados trabajadores abocados a elegir entre el paro o la explotación; empresarios sin escrúpulos. Y esto solo cuando los cineastas se dedican "a lo suyo" y no salen a engarfiar el dedo sobre la ceja, a clamar contra determinadas guerras o a denunciar golpes de Estado de la derecha.

Zapatero hace bien en premiar a los que mejor le sirven. Los internautas son para él literalmente despreciables. No tienen influencia, ni relevancia, ni capacidad de organización ni fuerza para hacer llegar su mensaje a los millones de votantes que se tragan toda la propaganda que se ve en los cines o en la televisión. Nada me gustaría más que equivocarme, que realmente la protesta contra González-Sinde fuera eficaz y que la prestigiosa cineasta pasara a la historia por ser la primera ministra que se ve obligada a dimitir por la presión de los internautas. Pero no voy a apostar por ello.

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