Esperanza Aguirre ha vuelto a provocar un terremoto político este domingo al anunciar su dimisión como presidenta del PP de Madrid, para asumir su responsabilidad política por la presunta financiación del partido, que en estos momentos está investigando la Justicia. "La corrupción nos está matando. No llueve sobre mojado sino que es una inundación. La gente quiere gestos y que se asuman responsabilidades", dijo la expresidenta de la Comunidad de Madrid, que por otro lado aclaró que seguirá al frente del equipo popular en el Ayuntamiento de la capital.
No deja de ser alucinante que en el Partido Popular estén aún así, con todo lo que les ha caído y lo que está por caerles encima con los asuntos que tienen en los tribunales. El crédito de la formación que acabó con la hegemonía de un PSOE que hasta los años 90 parecía imbatible en buena medida por su denuncia implacable de la corrupción socialista está completamente agotado precisamente por la corrupción, de la que ha pasado a ser notable protagonista. De ahí que declaraciones como las del inefable presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, "No voy a permitir que se nos trate como a un partido de corruptos", muevan a la indignación y, por otra parte, ahorren explicaciones sobre el desfonde popular en la tierra de los ERE y Susana Díaz.
Hace mal Moreno Bonilla en no seguir calladito, que es lo que le ha permitido medrar, y hace bien Aguirre en hablar con esa contundencia. Así como en marcharse, porque su responsabilidad es tremenda: el PP madrileño ha sido un continuo foco de escándalos en los últimos años, y ella lo ha sido todo en él. Así que, como ella mismo ha confesado, como mínimo ha sido responsable de lo sucedido in vigilando.
El papel de Rajoy en este asunto ha vuelto a ser vergonzoso. Primero, al no coger el teléfono a Aguirre cuando ésta le llamó para comunicarle el paso que iba a dar, y después al soltarle un "Te entiendo" que tanto dista del célebre "Sé fuerte" que le dedicó a Bárcenas pero que tiene el mismo objetivo: escurrir el bulto, rehuir la menor responsabilidad, cargar el muerto a otro.
Rajoy ya no es que esté destrozando al PP, es que está poniendo en riesgo hasta la reconstrucción a la que está condenado el partido refundado por Aznar, si es que sobrevive a tanta cobardía, corrupción e incompetencia. ¿Hasta cuándo abusará el gran responsable de este estado de cosas de la paciencia de los españoles? Y sus correligionarios, ¿van a permitirle seguir con su demencial carrera al despeñadero? Serán entonces no igual sino más culpables que él, y sobre ellos recaerá la culpa por la completa destrucción del más exitoso proyecto liberal-conservador de la España democrática.