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EDITORIAL

La esposa, el hermano y la ausencia de explicaciones

Es obvio que Pedro Sánchez debería dar explicaciones. Igual que su esposa, una persona adulta y responsable de sus actos. Y también su hermano.

La pretensión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es que no se hable de las actividades profesionales de su entorno familiar, que tanto su esposa Begoña Gómez como su hermano, más conocido como David Azagra que por su nombre real, David Sánchez Pérez-Castejón, dispongan de la cobertura necesaria para no tener que dar explicaciones sobre sus contactos o sobre el origen de su patrimonio. Pero cada día se descubren nuevos aspectos y detalles sobre las peculiaridades de la ocupación de la señora Gómez o sobre la singular situación fiscal del hermano de Sánchez, que cobra de la Diputación de Badajoz pero prefiere tributar en Portugal, donde habría fijado su residencia.

Este jueves publica Libertad Digital dos piezas muy sustanciosas relacionadas con Begoña Gómez y David Sánchez. La relativa a la esposa del presidente alude a las ayudas españolas a Ghana al tiempo que el "Africa Center" Begoña Gómez operaba en el país africano como una especie de diplomacia económica paralela del Gobierno de España. La confusión entre los cargos profesionales de Begoña Gómez y su condición de esposa del presidente se manifiestan de modo crudo en su relación con las autoridades africanas. Es obvio que Pedro Sánchez debería dar explicaciones. Igual que su esposa, una persona adulta y responsable de sus actos, aunque su marido la haya utilizado como parapeto y reducido a la condición de alguien a quien supuestamente se ataca sólo por ser su pareja.

En cuanto al hermano del presidente, es obvio que también se deberían dar explicaciones sobre la acumulación de capital y patrimonio con un sueldo que no parece permitir semejante capacidad ahorradora y sobre el hecho de que no tribute en España cuando cobra de una administración española como es la Diputación de Badajoz.

Sin embargo, que nadie espere explicaciones por parte de Sánchez, capaz de montar un espectáculo tan bochornoso como ese periodo de reflexión de cinco días para desviar la atención sobre las actividades de su entorno familiar y de paso sobre las compras de material sanitario durante la pandemia y sus cesiones a los separatistas. La "regeneración democrática" de la que habla Sánchez no se refiere en absoluto a la transparencia económica de la que debería hacer gala él y su entorno ni a los mínimos éticos por los que se debería regir su familia. Se refiere en realidad al asalto del Poder Judicial y al amordazamiento de los medios críticos, tal es su empecinamiento en contra de la libertad y de la decencia democrática.

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