Mariano Rajoy ha abierto el debate sobre la reforma de la ley electoral en una entrevista radiofónica, proponiendo que los partidos que tengan menos del 30% de los votos no puedan en ningún caso formar gobierno. Asegura estar estudiando la posibilidad de la elección automática de quien obtenga más del 40% de los sufragios o la instauración de una segunda vuelta.
La Constitución impediría una reforma de este carácter tanto en el caso de las elecciones generales como en el de las autonómicas, pues establece la representación proporcional tanto en el Congreso de los Diputados como en las asambleas legislativas de las distintas regiones, así como la elección en esas cámaras del presidente del Ejecutivo. En cambio, el artículo 140 deja abierta tanto la posibilidad de que los alcaldes sean escogido por cualquiera de las opciones que ha propuesto Rajoy. Si no se opta por la vía de reformar la Constitución, no podrían evitarse casos como el de Baleares, en el que seis partidos de todo el espectro ideológico se unen para evitar que la lista que ha obtenido el 47% de los votos pueda gobernar, pero sí que partidos con escasísima representación, a veces con uno o dos concejales, tengan un poder desproporcionado en su municipio por mor del sistema proporcional.
Tanto las opciones que baraja Rajoy como otras que pudieran evaluarse, como la asignación de un número de concejales adicionales a la lista más votada, podrían conjugar mejor que el sistema actual la representatividad con la gobernabilidad. No obstante, sería más apropiado que en lugar de lanzar globos sonda en una entrevista, Rajoy esperara a tener una propuesta completa y perfectamente estudiada que presentar a los españoles. Lo que no cabe duda es que, bien hecho, sería algo que podría proporcionarle muchas adhesiones.
