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EDITORIAL

"Maragallizar" el Plan Ibarretxe

La propuesta de “maragallizar” el plan Ibarretxe ya se podía intuir de las más de cuatro horas de reunión que Zapatero brindó al lehendakari en su reciente visita a Moncloa, por no hablar de cómo se han desmarcado del PP los propios socialistas vascos

Varias cosas han vuelto a quedar claras, tras la sesión parlamentaria en la que la inmensa mayoría de los representantes de la soberanía nacional ha rechazado el plan separatista de Ibarretxe. Una, el formidable e histórico discurso pronunciado por Rajoy, quien, espoleado por la memoria de las víctimas de ETA, ha sabido representar, además, a la inmensa mayoría de los españoles que están hartos de que se intente contentar a quienes sólo pretenden acabar con la nación española.
 
Otro dato que, por conocido no debe dejar de subrayarse, es el absoluto desprecio que Ibarretxe ha vuelto a dedicar al Parlamento al afirmar que, “se vote lo que se vote”, él piensa seguir adelante celebrando su referéndum soberanista.
 
El dato más preocupante, sin embargo, es la actitud manifestada por Zapatero. Aunque, como presidente de gobierno, debería haber sido quien con más contundencia y firmeza rechazara los ilegales y secesionistas planes del nacionalismo vasco, la preocupación de Zapatero ha parecido más encaminada a dejar claro a sus socios independentistas catalanes, de que su “no” a Ibarretxe no es más que una “coincidencia” con los populares que no va a suponer una defensa común de los valores constitucionales.
 
Para empezar, Zapatero ha querido justificar su “no” al Plan Ibarretxe con la guerra de Irak, cuando, si alguna relación tienen ambos asuntos es que la precipitada retirada de tropas ordenada por ZP satisfizo a los terroristas islámicos tanto como satisfacen ahora a ETA los proyectos secesionistas del lehendakari.
 
Zapatero, además, lejos de llevar a cabo una innegociable negativa a los proyectos secesionistas, ha abierto una puerta a la negociación con los independentistas vascos para que opten por la vía con la que socialistas e independentistas catalanes tratan de dejar atrás su Estatuto de autonomía y la Constitución española.
 
Tras afirmar que “la votación en democracia cierra el debate pero no lo resuelve, solo lo resuelve el acuerdo”, Zapatero ha pedido a Ibarretxe que “no entienda la votación como una derrota”, invitándole, de paso, a participar en la elaboración “de un nuevo comienzo para Euskadi y el resto de España”.
 
La propuesta de “maragallizar” el plan Ibarretxe ya se podía intuir de las más de cuatro horas de reunión que Zapatero le brindó al lehendakari en su reciente visita a Moncloa, por no hablar de cómo se han desmarcado del PP los propios socialistas vascos con el plan de Patxi López.
 
En cualquier caso, conviene recordar que este mismo fin de semana el propio Maragall ha vuelto a defender su plan para acabar con el pilar nacional que sostiene la Constitución española, advirtiendo, una vez más, que él también estaría dispuesto a convocar un referéndum por su cuenta si las Cortes Españolas no respaldaran la reforma estatutaria que se consensuara en el parlamento catalán.
 
Esta es la hora en que Zapatero no ha hecho la menor rectificación pública a su compañero de partido. No cabe sorprenderse, pues, de que ante este presidente de gobierno, Ibarretxe no sienta ni siquiera la necesidad de bajar el ritmo con el que se quiere acabar con una legalidad que todavía se fundamenta en “la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”.

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