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EDITORIAL

Nadie defendió a la Nación en el Parlamento

Los enemigos de España y las libertades hacen lo que les peta donde les peta, y nadie les planta cara. Desolador.

La solemne apertura de la XII Legislatura ha deparado un nuevo circo grotesco de los liberticidas de Podemos y demás patulea, que seguramente seguirán haciendo el ridículo y degradando el Parlamento mientras sigan ahí, parasitando el régimen que detestan.

No se pueden sacar muchas conclusiones políticas de lo que hagan unas formaciones que no llegan al Parlamento a servir sino a servirse y cuyo interés no es otro que utilizar las instituciones de la misma forma que usan las televisiones o las movilizaciones callejeras: como meras plataformas publicitarias. Pero sí se puede y se debe analizar la pasividad con que los demás actores políticos han reaccionado ante las provocaciones y los ataques a un acto de gran importancia simbólica celebrado en la sede de la soberanía nacional.

Que durante el discurso del Rey un comunista exhibiera una bandera republicana puede ser más o menos anecdótico; que nadie reaccionase ante esa afrenta al orden constitucional por parte de un sujeto que profesa una ideología criminógena como pocas no lo es en absoluto. Muy otra hubiera sido la historia si el mamarracho que se ha pensado que el Parlamento es una corrala asamblearia hubiera aireado una bandera con el águila de San Juan.

No sólo debería haber reaccionado la presidenta de la Cámara, Ana Pastor, que ha vuelto a verse superada por las circunstancias; todos los comprometidos con la Constitución tendrían que haber respondido con claridad a la provocación. Los enemigos de España y las libertades hacen lo que les peta donde les peta, y nadie les planta cara. Desolador… y harto significativo de la degradación de la vida política y la conciencia cívica.

En España

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