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Encarna Jiménez

Ernesto tiene un lío

Antena 3 está viviendo unos momentos de convulsión que pueden acabar con los nervios de cualquiera que se encuentre en los puestos de dirección de la cadena. Después de unos meses de relativa bonanza en los que el desajuste de Tele 5 propició que Antena 3 tuviera un cómodo segundo puesto en el ranking de audiencias después de TVE, con el pinchazo de “Escuela de actores” y el afianzamiento de “Gran Hermano” y “Día a día”, la cadena se encuentra acosada mañana, tarde y noche.

Los jefes han encargado a Ernesto Sáenz de Buruaga que dé sentido a una programación a la deriva. Como siempre, el nuevo, pero viejo cargo, ha empezado por los fichajes. Ha recuperado a Jesús Hermida para que oriente la programación y le ha puesto al lado, suponemos que con buen contrato, a un experto en programación de TVE. Con esos dos palos quiere aguantar la vela de una televisión acostumbrada a quemar el dinero.

Ernesto ha puesto en Informativos a una persona de su confianza, Javier Algarra, para no tener sobresaltos en el apartado político, pero el económico, que le preocupa, y mucho, a Telefónica, depende de lo que puedan hacer en materia de programación. El desastre de Zeppelín con “Escuela de actores” ha puesto de manifiesto que Endemol funciona si los listos de Gestmusic la administran. También que el teatro no interesa para nada al español televidente, que es capaz de pasar olímpicamente de Juan José Lucas y los chicos que esperan convertirse en actores.

Aunque Isabel Gemio resiste en la mañana hasta que lleguen los mundiales de fútbol, el panorama de aquí al verano no es muy halagüeño en Antena 3. Cabe la duda de que Jesús Hermida tenga todavía ideas sobre cómo sacar adelante una programación en el 2002. Ya ha pasado mucho tiempo desde que nos contó la llegada a la luna, y es dudoso que, con tantos cambios, las estrategias, aunque sean acertadas, den frutos antes de otoño.

El margen de maniobra de Ernesto Sáenz de Buruaga es tan estrecho como grande es el poder puesto en sus manos. La confianza puede durar años o minutos en un terreno en el que se viven momentos de infarto.

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