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Francisco Capella

2. Calentamiento y Apocalipsis

Puede leer también el primer artículo de esta serie de tres, 1. Ciencia y política del clima.

Ante una circunstancia futura potencialmente problemática, una persona inteligente y sensata verifica, incrementa y utiliza su conocimiento acerca de la realidad para poder prever los acontecimientos futuros y actuar de forma efectiva y eficiente. Tal vez el presunto problema no exista, quizás no sea urgente ni importante, o incluso el cambio podría resultar beneficioso. Una actuación precipitada y equivocada hace que el falso remedio sea peor que la enfermedad no demostrada.

La interferencia antropogénica con el sistema climático y sus efectos de calentamiento global no se conocen bien, pero no se espera ninguna catástrofe. Los seres humanos influyen sobre el clima con la agricultura, la actividad industrial y las ciudades. El incremento de población está cambiando las relaciones entre áreas de cultivo y bosques, lo cual altera el albedo o coeficiente de reflexión de la superficie terrestre. La construcción de presas, con la consiguiente disminución del flujo de agua dulce al mar, aumenta la salinidad de los mares y altera la circulación de las corrientes marinas.

Se cree que entre las influencias humanas están la suavización de las temperaturas extremas, el enfriamiento de la estratosfera y la disminución de la frecuencia de los huracanes. No se sabe cuál es el nivel adecuado o peligroso de gases de efecto invernadero, y por lo tanto resulta absurdo intentar estabilizar o reducir un nivel dado de los mismos: cualquier objetivo es arbitrario y no tiene base científica.

La conexión causal entre el CO2 y el calentamiento global parece un dogma irrefutable, y sin embargo los datos históricos de miles de años obtenidos en exploraciones en el hielo de la Antártida no muestran evidencia de ello. Las concentraciones de los gases responsables del efecto invernadero han aumentado un 50% en los últimos 150 años sin ningún calentamiento global asociado. Datos históricos de periodos geológicos muestran concentraciones muy altas de CO2 sin efectos apreciables sobre el clima. Las relaciones no son obvias, ya que ha habido glaciaciones con altos niveles de CO2. Las fluctuaciones climáticas resultan ser mayores en épocas de bajos niveles de CO2; los niveles altos de CO2 pueden promover la estabilidad climática y evitar cambios drásticos y peligrosos.

Un calentamiento global moderado tiene efectos positivos y negativos, pero en general el calentamiento es mejor que el enfriamiento. El calentamiento y el incremento del CO2 atmosférico son mejores para la agricultura (menos heladas, épocas de cultivo más largas, mayor crecimiento de las plantas, más lluvias, menor necesidad de agua), para el crecimiento de los bosques, disminuye los extremos climáticos, permite ahorros energéticos en calefacción y es mejor para la salud: los periodos fríos en la historia de la humanidad son desastrosos por las hambrunas y las enfermedades.

El aumento del nivel del mar debido al calentamiento global (con las consecuencias de inundaciones de zonas costeras y desaparición de algunas islas) es una falacia muy extendida. El nivel del mar lleva varios siglos ascendiendo levemente: no se sabe por qué (tal vez por movimientos tectónicos que reconfiguran los fondos oceánicos), pero seguro que no es por cambios climáticos o por influencias humanas. El aumento de la temperatura produce varios efectos contrarios sobre el nivel del mar, y el resultado neto no es claro: por un lado, el nivel del mar tiende a aumentar debido a la dilatación del agua causada por el aumento de su temperatura, y a la recepción de agua procedente de la fusión parcial del hielo de glaciares y casquetes polares; por otro lado, el nivel del mar tiende a disminuir por el aumento de la evaporación seguido de más lluvias sobre las regiones polares que aumentan la acumulación de hielo en las mismas. Los datos históricos recientes muestran que al aumentar la temperatura baja el nivel del mar.

El avance y retroceso de los glaciares es un fenómeno complejo que no sólo tiene que ver con los cambios climáticos. Muchos glaciares se derritieron parcialmente y retrocedieron a comienzos del siglo XX, pero no se puede extrapolar una media del siglo pasado al futuro.

No está demostrada ninguna relación entre la influencia humana sobre el clima y los desastres meteorológicos como sequías, inundaciones, riadas, huracanes. No hay incrementos relevantes de inundaciones, pero sí de los daños debidos a construcciones en áreas proclives a las mismas.

Se afirma que el calentamiento global contribuye a la expansión de insectos portadores de enfermedades infecciosas tropicales, pero en realidad el factor dominante de la transmisión de enfermedades es el aumento de los contactos humanos causado por el incremento del transporte aéreo, marítimo y terrestre. Las epidemias de malaria y fiebre amarilla han ocurrido en zonas frías, y no ocurren en algunas zonas ricas tropicales.

El peligro real para la humanidad es la posibilidad, señalada por los geólogos, de una próxima edad de hielo. El periodo cálido interglacial actual puede terminar pronto y el efecto invernadero podría suavizar esta amenaza.

Los problemas medioambientales pueden resolverse mediante el conocimiento científico, el avance tecnológico y el desarrollo económico. El mercado libre fomenta la eficiencia de los medios de transporte y plantas de energía, y la correcta asignación y defensa de derechos éticos de propiedad impide las agresiones contaminantes.

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