Mientras Naciones Unidas y la Unión Europea manifiestan su rechazo a la construcción del “Muro” que el gobierno de Israel está levantando, la población judía y buena parte de comentaristas políticos y analistas de seguridad critican duramente al gabinete presidido por Ariel Sharon por no haberlo concluido. Más aún, por no haber sido capaz de definir su futuro emplazamiento.
Los dos atentados suicidas cometidos en Beer Sheva son, paradójicamente, una prueba clara de la eficacia del “Muro”. Próxima a esta ciudad palestina vulnerable para la acción terrorista.
Muchos han sido los intentos de penetrar en el territorio israelí o en los asentamientos con la intención de ejercer violencia, pero los controles del Ejército han conseguido detenerlos a tiempo. El número de ataques se ha reducido considerablemente en las últimas semanas. Los analistas israelíes consideran que la persecución sistemática a los dirigentes de los distintos grupos terroristas, y muy especialmente a los de Hamas, han colocado a estas organizaciones a la defensiva. Están más preocupados por sobrevivir que por seleccionar y adiestrar a jóvenes para inmolarse, llevándose por delante a civiles. La dificultad para penetrar en territorio israelí es la segunda razón esgrimida.
Las críticas a Israel se centran en que está levantando la barrera en territorio que no le pertenece. La afirmación no es sincera, porque quienes la hacen son conscientes de que la definición final de las fronteras será el corolario del proceso de paz. La línea verde es sólo el resultado del armisticio de la primera guerra árabe-israelí. Luego vinieron otras tres, iniciadas y perdidas por los árabes, que concluyeron con el fin de la ocupación jordana y la llegada de las tropas judías hasta el Jordán. Cabe pensar que esas guerras perdidas tendrán su reflejo en el Acuerdo Final, en el caso de que éste llegue a ser una realidad. 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.