Hay una alianza que se está formando en el interior de Irán, pero no es la de civilizaciones que ama Rodríguez Zapatero. Se trata de una alianza de estudiantes reformistas que de nuevo cobra fuerza. En esta ocasión la organización más amplia de estudiantes iraníes, Takhim Vahdat, está patrocinando la celebración de un referéndum nacional sobre la nueva constitución. Todo el mundo, incluido los ayatolás ven en él un plebiscito sobre la democracia en Irán. No parece que las autoridades de Teherán vayan a permitir que esta iniciativa prospere, pero tampoco parece que se vayan a inclinar por la dura represión del movimiento estudiantil de hace dos años. Saben que parte de la comunidad internacional les está observando con lupa a causa de su programa clandestino de enriquecimiento de uranio y no desean abrirse más frentes. En ese sentido es el momento de apoyar a los grupos disidentes en el interior de Irán, comenzando por los estudiantes.
En el otro frente, el nuclear, las posiciones no se han movido un ápice. Para las autoridades iraníes, ellos tienen todo el derecho de poseer la capacidad técnica de enriquecer uranio para fines civiles. Por el contrario, la comunidad internacional les ha venido demandando el total desmantelamiento de sus instalaciones y el final de sus programas, no solamente su congelación. Con todo, la cohesión occidental da signos de reblandecerse en alguno de sus elementos. Es posible que los tres, Londres, Paris y Berlín, quienes han llevado la voz cantante en la búsqueda de una solución diplomática sobre el asunto, o alguno de los tres, pudiera estar replanteándose si dejar que, como un factor de principios, los iraníes no renuncien a sus programas, sino que se comprometan a congelarlos en su estadio actual.
