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Ignacio Villa

Dos años llenos de fantasmas

Dos años después, el balance de gestión no ha podido ser más pobre. De hecho, los socialistas se han limitado a

14 de marzo de 2006, dos años después, Rodríguez Zapatero ha intentado celebrar lo que en otra situación debería haber sido una fecha señalada. El presidente del Gobierno no ha podido celebrar el ecuador de la legislatura, y es que los fantasmas de los atentados del 11 de marzo sobrevuelan todavía el Palacio de la Moncloa. Estos 24 meses han sido un tiempo para el desastre, pero es que además no han conseguido salir de los agujeros negros de la matanza de Madrid.

No deja de ser curioso, cuando no sorprendente, que Zapatero haya planteado como gran cuestión en la mitad de la legislatura que ahora el Gobierno "va a cumplir". Si eso es así, ¿qué han hecho hasta ahora? Pues muy sencillo, estos dos años de gobierno socialista nos dejan una nula gestión, una ineptitud manifiesta, una manipulación constante, una comunicación propagandística, una descoordinación total, sectarismo a granel y un rencor demoledor. Con Zapatero, la calidad democrática de los españoles ha bajado muchos enteros.

La crítica dura y áspera a este gobierno que soportamos desde hace dos años no significa poner en duda la legitimidad de unos resultados electorales. Cuando se denuncia el secarral en que los socialistas están convirtiendo a España, rápidamente se defienden asegurando que se está poniendo en duda la validez de los resultados. ¡Qué quede claro que nadie en España hace eso! Esa actitud es sólo propia de Hugo Chávez, buen amigo de Zapatero. Criticar la lamentable gestión de un gobierno que venció después de los atentados del 11 de marzo es un derecho democrático intocable, por mucho que a Pepín Blanco, a Pérez Rubalcaba o a Fernández de la Vega les cueste aceptarlo.

Dos años después del triunfo electoral del Partido Socialista, todavía resuenan aquellas palabras de Rodríguez Zapatero: "el poder no me va a cambiar". Ciertamente Zapatero no ha cambiado en este tiempo; lo que sí ha cambiado es el panorama político español. Estamos ante un gobierno que se niega a afrontar la verdad sobre el 11 de marzo, que ha entrado en una política de cesión ante el terrorismo etarra y que está destruyendo el modelo constitucional de la España democrática.

Todos esos cambios, que no son pocos, forman la clave del gobierno Zapatero. Además hay que añadir que esos objetivos están aliñados con odio, persecución y sectarismo hacia los que no piensan como ellos. Zapatero ha conseguido en dos años, lo que no había pasado en veinticinco: la división de la sociedad española.

Dos años después, el balance de gestión no ha podido ser más pobre. De hecho, los socialistas se han limitado a "ofrecer una copita" en la calle Ferraz. Cinco minutos de obviedades de Zapatero y punto. Dos años después, España está mucho peor. Seguimos sin conocer la verdad de los atentados del 11 de marzo, el modelo nacional ha comenzado a desaparecer y los terroristas están más fuertes que nunca. El panorama no puede ser más demoledor y es que el sentido común no está, ni se le espera, en la Moncloa.

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