Menú

Que me perdonen la fragilidad patriótica, pero cuando era un niño y Suecia jugaba contra España en la Copa Davis yo quería que Borg ganara a Orantes (y eso que Manolo me cae fenomenal). Recuerdo que nos reuníamos todos los amigos entorno a la televisión para luego salir escopetados a la pista de tenis; lloviera o nevara, cada uno jugaba su papel: yo era Bjorn, curiosamente un Borg madrileño que casi siempre perdía ante el Orantes de turno (también de Madrid). Ahora me parece que era una justa revancha (antes no tenía esa sensación), por dármelas de listillo. No podía evitarlo. Yo era "borgiano", y a través de aquel sueco hierático, impasible, un fiordo asido a una "Donnay" de madera, yo me hice aficionado al tenis.

Por eso lo que va a suceder este próximo fin de semana en el Palau Sant Jordi se me antoja la cita más importante de la historia para el deporte español... ¡Vamos a jugar la final de la Copa Davis! ¡Y ante Australia! El no va más. Olvidaré la cochinada que le hicieron al gran Santana para concentrarme delante de la televisión como lo hacía antaño. Y aunque Javier Duarte me diga que habrá más ocasiones en el futuro, no me fío: deberá ser ahora o ahora.
La liturgia de la Davis es especial. A lo largo de la semana volveremos a hablar de ello, pero para abrir boca Alex Corretja ya ha empezado a batallar psicológicamente con ese niñato llamado Hewitt. Con el resto hay "buen rollo", pero al novio de la Clijsters se le ha subido la fama a la cabeza.

Desde este momento los jugadores españoles repetirán miméticamente el mismo viaje: desde el hotel Rey Juan Carlos I hasta el Palau, y luego de nuevo al hotel. Y es que la ocasión merece la pena. Desde 1900 (año en el que Harvard Dwuight Filley Davis decidió organizar una competición tenística que enfrentara a los países), España sólo ha jugado dos finales... ¡y las perdimos ante los australianos! En el 65 y el 67 perdimos en Sydney y Brisbane, y John Newcombe -ahora capitán australiano- puso su granito de arena a la hora de humillarnos por 4-1 en ambas ocasiones.

Ha llegado el momento de la venganza. Ahora o ahora. Y como Borg hace mucho tiempo que se retiró, y ahora sólo juega torneos de veteranos con su amigo Mc Enroe, no volveré a dudar. Me pintaré la cara y trataré de hacer el mayor ruido posible para que Stolle, Rafter, Woodforde y sobre todo Hewitt pierdan la concentración. Y luego si tengo tiempo (cuando era estudiante me sobraba) me iré de cabeza a la pista para emular a Corretja.

En Deportes

    0
    comentarios