Menú
Juan Manuel Rodríguez

Buscando sucesor a Samaranch

¿Cómo se logra permanecer más de veinte años al frente de uno de los centros neurálgicos del poder mundial? ¿De qué forma se consigue pasar de entrenar al equipo de hockey sobre patines del Real Club Deportivo Español hasta la presidencia –treinta y siete años después– del Comité Olímpico Internacional? Esas y otras muchas preguntas sobre la vida de Juan Antonio Samaranch encuentran oportuna respuesta en la biografía ("hipótesis vital" la llaman ellos), El deporte del poder de los periodistas Jaume Boix y Arcadi Espada. Polémico libro, por cierto. En el prólogo a la primera edición –concluida en el verano de 1991– los autores cuentan una anécdota ocurrida a nuestro protagonista y un viejo amigo suyo: "Tengo que decirte dos cosas. Una buena y otra mala. La primera es felicitarte porque eres uno de los diez hombres más poderosos del mundo; y la segunda: nunca pensé que fuera posible semejante milagro".

Desde sus primeras crónicas en La Prensa –las firmaba con el seudónimo "Stick"– hasta el "¡Barsalona!" del 17 de octubre de 1986 (probablemente junto al "¡Pedro!" de Penélope Cruz, el grito de guerra más famoso en nuestros últimos veinte años) pasaron muchas cosas. Demasiadas. La Asamblea General del 20 de marzo de 1999 fue, probablemente, la peor para él, su trago más amargo; y eso que la reunión celebrada en Lausana le ratificó por amplia mayoría (86 votos a favor, dos en contra, una abstención y uno en blanco). El escándalo de Salt Lake City acabó por salpicarle, y más tarde reconocería su equivocación al no marcharse tras Barcelona-92. Hasta el próximo mes de julio deberemos hablar mucho de la gestión de Juan Antonio Samaranch al frente del COI, porque hoy ha empezado a abrirse el melón sucesorio.

Resulta curioso que la "carrera" haya dado el banderazo de salida en Dakar (Senegal); allí el húngaro Paul Schmitt y la estadounidense Anita DeFranzt han empezado a publicar sus respectivos programas. No serán los únicos, desde luego; se espera que el belga Jacques Rogge y el canadiense Dick Pound se lancen también a la piscina. Incluso podría haber un quinto candidato, el surcoreano Un Yong. Todos ellos quieren saber de primera mano lo que significa practicar a diario el deporte del poder, y ciertamente será apasionante comprobar qué pasos están dispuestos a dar para lograrlo. Hay uno indispensable: el beneplácito del actual presidente. Y otro imprescindible: tener ganas de correr en solitario. Objetivo, el château de Vidy. ¡Fair play, señores, fair play!

En Deportes

    0
    comentarios