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Resulta enternecedora y dramática, fifty-fifty, la imagen de Iñaki Sáez, gorrilla azul calada hasta las cejas, implorando, rogando casi de rodillas que los cinco internacionales del Real Madrid y los tres del Barcelona le hagan caso al partido amistoso contra Bulgaria. Pero Iñaki pide un imposible porque ¿quién le hará caso al España-Bulgaria? El seleccionador trata de transmitir una sensación de seriedad al advertir que "aquel que no cumpla se caerá del carro", pero es que ni el carro es posible que preocupe a esos ocho internacionales con un Barcelona-Real Madrid en puertas. El único objetivo de esta jornada (hay programados hasta quince amistosos inexplicables) es recaudar fondos para FIFA, UEFA y federaciones nacionales varias; es lógico, por tanto, que, como empleado que es de una de ellas, el bueno de Iñaki haga patria, aunque sea esta una "patria económica", en respuesta al detalle que Villar tuvo con él a la hora de nombrarle seleccionador nacional de fútbol.

El problema sigue siendo el mismo de siempre, irresoluble por lo que puede comprobarse para los clubes, verdaderas locomotoras del fútbol a nivel internacional. ¿Cómo es posible que Ronaldo esté el miércoles en Corea cuando el sábado tiene que jugar su partido más importante de la Liga española? No es que Brasil considere imprescindible su aportación deportiva a un partido de chufla, sino que la Confederación brasileña pretende rentabilizar al máximo el aporte dinerario del futbolista del Real (la selección campeona del mundo ingresa 750.000 dólares más con "Rony" sobre el terreno de juego). Jorge Valdano decía ayer en una conferencia que el negocio del fútbol se puede ampliar todo lo que se quiera "mientras no invada el juego". El juego está podrido por dentro, y ni con 14 ni con 18 el "G" ha podido (o querido) cortarles las alas hasta ahora a Blatter y Johansson.

El contrasentido es tal que, al final de este proceloso proceso, quien aparece como damnificado es, por ejemplo, Santini, seleccionador nacional francés. Debido al delicado estado físico de Zidane, Santini ha decidido no forzarle y convocar en su lugar a Ludovic Giuly, jugador del Mónaco. No contento con ello, Santini ha criticado duramente ¡a Vicente del Bosque!

Dice el galo que "si no hubiera jugado contra la Real Sociedad podría jugar con nosotros ante Yugoslavia y estaría a tope contra el Barcelona". Es el colmo de la desfachatez. ¿Así que el entrenador del club que le paga mil millones al año a Zidane no puede forzarle ante el líder de la Liga española, pero sí puede hacerlo la federación francesa para jugar un amistoso contra Yugoslavia? Lo dicho, el sistema está podrido

¿Solución?... Muy fácil: que los aficionados desertaran del Nou Camp, dejando en absoluta soledad a ambos equipos. Así se guardarían los clubes de proteger sus propios derechos, (y, por extensión, los de sus seguidores) reclamando la eliminación de estas jornadas de "patrias económicas". De lo contrario habrá que seguir yendo con velas a tipos como Santini.

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