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Juan Manuel Rodríguez

Consulta del doctor Rossi ¿dígame?

En el deporte profesional, como probablemente en otros muchos aspectos de la vida diaria, hay dos categorías de personas: los “trabajados”, sufridos estajanovistas que llegan a la cima gracias a su esfuerzo diario y constante, y por otro lado están los genios en quienes la naturaleza ha invertido de forma indiscriminada gran parte de los recursos a su alcance. En el primer apartado, el de los “currantes”, podríamos incluir al tenista austríaco Muster, el boxeador estadounidense Evander Holyfield o el futbolista francés Didier Deschamps. Son tres casos de deportistas de primera categoría (hay dos campeones del mundo entre ellos) que son fruto de mucho gimnasio y una pizquita de ingenio. En el segundo grupo, y por repetir idénticos deportes, estarían por ejemplo John Mc Enroe, Mohamed Alí o Diego Maradona. Este trío era insultantemente superior al resto, hasta el punto de que probablemente muchos colegas suyos de profesión se hicieran íntimamente la siguiente pregunta: ¿Por qué ellos y no yo? O trasladándolo a la jerga “almodovariana”, ¿qué he hecho yo para merecer esto?

Son los deportistas geniales quienes más envidia despiertan porque necesitan trabajar lo justo y necesario, mientras que el resto lucha denodadamente contra sus propias limitaciones (que son muchas y se rebelan, y quieren abrirse paso hacia el exterior). También suele coincidir que genialidad y excentricidad parecen inevitablemente unidas, como si la naturaleza quisiera sacar de sus casillas al resto de mortales (¿así que yo soy incapaz de dar una patada a un bote y aquel argentinito hace malabarismos con una naranja?). Desconcertante.

El piloto italiano Valentino Rossi es un descarado componente del grupo de los genios. El “doctor” de Honda, pupilo del combativo Mick Doohan, ha vuelto a pasearse en Jerez con una suficiencia alarmante para sus teóricos rivales. De hecho es el único que ha conseguido vencer en el Circuito andaluz en las tres cilindradas, y el primero desde 1992 (en aquella ocasión la gesta la logró precisamente Doohan) en imponerse en las tres primeras carreras de la temporada en 500 centímetros cúbicos. La naturaleza se ha cebado generosamente con este chaval que, además, trabaja como el primero. Sólo la mala suerte podría apartarle de pasar a los anales de la historia del motociclismo. Doohan comentaba que otra victoria de Rossi podría deprimir a sus rivales. Es cierto. Mi compañero Marcelo Carbone suele decir que Valentino “pasa consulta” en tal o cual circuito. Examinará a sus rivales, eso seguro. Tendrá el doctorado, pero no será precisamente en psicología porque —tras el Gran Premio de Jerez— todos saben que en 500 cc. hay un genio corriendo por la pista. Y que, salvo error monumental, la duda que deberemos despejar en el futuro es el nombre del segundo clasificado. Malos tiempos para el “ego”.

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