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Juan Manuel Rodríguez

Dos muertos y un agonizante, la directiva ideal

Cuando parecía que Joan Laporta había pacificado el equipo de fútbol después de cuatro temporadas negras, el descontrol le ha llegado de un lugar insospechado

Tommy Docherty solía decir que "la junta directiva ideal debe estar compuesta por tres hombres: dos muertos y un agonizante". Cuando de la fauna directiva se trataba, la fina ironía de este trotamundos escocés se convertía en especialmente hiriente y maliciosa. Lo que pretendía en realidad Docherty era marcar abiertamente su territorio levantando un muro verbal a base de abundantes dosis de cinismo y descaro, y lo que quería transmitir a los aficionados es que, aunque a fin de cuentas todos ellos eran un mal necesario, los dirigentes no tenían en realidad nada que ver con el juego del fútbol, simplemente se quedaban al margen como auténticos convidados de piedra.
 
Como aquel día que, en referencia a Doug Ellis (presidente del Aston Villa), hizo las siguientes declaraciones: "Me dijo que estaría detrás de mí, y yo le respondí que prefería tenerlo enfrente para poder verlo". No podía existir mayor desconfianza. No sé qué pensaría Docherty si conociera lo que está sucediendo ahora mismo en la directiva del Fútbol Club Barcelona. Cuando parecía que Joan Laporta había pacificado el equipo de fútbol después de cuatro temporadas negras, el descontrol le ha llegado de un lugar insospechado. El nombramiento de Valero Rivera como director de secciones, y su exigencia de convertirse también en máximo responsable del baloncesto culé, han provocado la destitución del anterior secretario Antonio Maceiras, relevado a su vez por Manuel Flores, y la rotunda negativa de Svetislav Pesic, sustituido a última hora por Joan Montes, a seguir trabajando bajo esas condiciones.
 
Laporta ha restructurado algo que funcionaba a las mil maravillas, (de hecho, la sección de baloncesto ha sido uno de los principales sustentos del club en los últimos tiempos) pretendiendo dar un paso hacia adelante donde sólo había que permanecer quieto, y haciendo bueno por lo tanto el espíritu del adagio del viejo Tommy Docherty. ¿Qué le habrá pasado a Laporta?... Ahora Pesic se va a convertir en su enemigo público número uno e irá por ahí repartiendo palos a diestro y siniestro. ¿Qué le habrá pasado a Laporta para que incluso su íntimo amigo Sandro Rosell maneje abiertamente el término "dimisión"? Alguien que conoce muy bien el mundo del balonmano me dijo hace tiempo que el nombramiento de Rivera como máximo responsable de secciones del club azulgrana era como pretender apagar un fuego con gasolina. El tiempo ha confirmado que tenía toda la razón del mundo. Sólo espero, por la salud competitiva del primer equipo de fútbol y también en aras del espectáculo liguero, que las locuras de sus directivos no afecten a Ronaldinho y compañía, que hasta ahora estaban felices y contentos. Rezaremos para que a ellos no los reestructure Rivera.

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