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Juan Manuel Rodríguez

Fischer, excéntrico y genial

El 11 de julio de 1972, el estadounidense Robert James Fischer y el ruso nacionalizado francés Boris Spassky se sentaron en Reykjavik, por fin, frente a frente con un tablero de por medio y con el campeonato del mundo de ajedrez en juego. En plena guerra fría se enfrentaban el niño prodigio del ajedrez americano (EEUU nunca había conseguido aquel título) y un ruso peculiar, pero ruso al fin y al cabo. Fischer mareó a los organizadores pidiéndoles un porcentaje sobre los ingresos por derechos de televisión (inusual en aquellos tiempos) y sólo accedió a jugar cuando el banquero londinense Jim Slater elevó la bolsa de premios a 250.000 dólares. Había llegado once días más tarde de lo previsto y, cuando sólo llevaban dos jugando, abandonó la sala durante treinta minutos como protesta por la proximidad de una cámara de televisión. Sólo regresó cuando le garantizaron que no volvería a ser molestado.

Tras perder la primera partida, Fischer no se presentó al inicio de la segunda porque la organización no accedió a su exigencia de retirar las cámaras. El juez dio entonces por ganador a Spassky. Cuentan que el mismísimo Henry Kissinger, consejero personal del presidente Richard Nixon, le llamó por teléfono para rogarle que continuara. Fischer accedió finalmente a ello pero, tras pedir infructuosamente que no le dieran por perdida la segunda, la tercera partida hubo de jugarse a puerta cerrada. Fue entonces cuando empezó a cambiar la situación y al final Bobby Fischer ganaría el campeonato del mundo por 12 1/2 puntos frente a los 8 1/2 que totalizó Spassky.

Bobby Fischer se convirtió en un jugador legendario por sus excentricidades pero también por ser poseedor de una irrefrenable capacidad para el estudio y un intelecto asombroso. En Reykjavik aún conservan las mesas en las que aquel loco del ajedrez conquistó el único campeonato del mundo de la historia para los Estados Unidos de América. La "partida del siglo" se repitió veinte años después, primero en la isla de Sveti Stefan, y luego en Belgrado. Fischer ganó de nuevo pero no pudo regresar a su país porque fue acusado de presunta violación del embargo internacional decretado contra Yugoslavia. Algunos grandes maestros aseguran habérselo encontrado jugando partidas amistosas en ICC, un club de ajedrez virtual. Parece que ahora vive en Filipinas, convertido en un feroz antiamericano. Cuando le preguntaban por cuál de sus partidas prefería, Fischer siempre respondía lo mismo: "la que jugué contra Donald Byrne". Tenía sólo 13 años y, en contra todos los pronósticos, se proclamó campeón de Estados Unidos. El campeón más joven y también el más genial.


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