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Juan Manuel Rodríguez

Je ne comprends pas Roland Garros

"Yo no compro pan", decíamos de pequeños para mofarnos del "je ne comprends pas" francés. "No entiendo" sería la traducción literal de esa frase francesa y recoge exactamente mi estado de ánimo tras haber presenciado el comportamiento del público asistente a la final del prestigioso Roland Garros. No logro entender la tirria mostrada por los ¿aficionados? hacia nuestro Alex Corretja, un ejemplo de deportividad más allá de lo estrictamente necesario (tras la final ante Moyá parecía más alegre por Carlos que él mismo). Comprendo que "Guga" Kuerten sea allí un ídolo, puesto que el brasileño ha ganado en París en tres ocasiones diferentes, pero el apoyo al buen juego del brasileño (nadie puede poner en tela de juicio que es el número uno mundial sobre tierra batida) no tendría que haber sido óbice para mostrarse generosos con el tenis del español.

En "El Tirachinas" del viernes tuve ocasión de charlar unos minutos con Alex, que venía de eliminar a Grosjean en semifinales. Corretja tenía la obsesión de darle la vuelta a un público que sabía rendido de antemano a los pies de Kuerten. No pudo ser. En los dos primeros sets nuestro compatriota fue mejor que el brasileño aunque luego cayera ante el aluvión de "palos" que le llovieron desde el otro lado de la red. Con el viento soplando a su favor, Kuerten dejó de ser un tenista serio para transformarse en un saltimbanqui: gesticulaba, daba saltitos, lanzaba los puños al aire... Y en la pista central de Roland Garros le rieron las gracias. El torneo francés no sólo puede perder su nombre en un futuro inmediato sino que el domingo 10 de junio dejó escapar también parte de su prestigio. Menos mal que ahora empieza Wimbledon.

El enfado de Corretja al final del partido es lícito. Le dio en francés la enhorabuena a Kuerten, quiso agradecer en español el apoyo familiar y utilizó el catalán para recriminar la actitud de los ¿aficionados? que allí se dieron cita. Sucede que la última victoria de un francés en su campeonato nacional se pierde en la noche de los tiempos mientras que los españoles ganan, ganan y ganan. Y queda "cuerda" para rato: en la final junior Carlos Cuadrado –de quien me hablan verdaderas maravillas– destrozó por 6-1 y 6-0 al argentino Brian Dabul.

Desde Roland Garros nos han llegado magníficas noticias en los últimos diez años (Arancha, Bruguera, Moyá...) y sin embargo "je ne comprends pas" el campeonato francés, no logro meterme en el cerebro de aquellos ¿aficionados? La organización tendría que pensar en repartir menos entradas entre los "VIP" y más entre los auténticos amantes del tenis.

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