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Djalminha demostró el domingo que es el recordman de inspiración. No vale tener una genialidad cada cuatrocientos minutos, aunque es mucho peor no tener ninguna. Lo que sí demuestra lo que vale un peine es abrir la lata de un partido muerto, descerrajar la caja de caudales de un encuentro al ralentí en un tiempo récord: 31 minutos, 40 segundos y 12 centésimas... ¿Hay quien dé más? Por necesidades del guión, y porque a Riazor llegaba con nueve bajas (¡nueve!), en La Coruña vimos a Víctor Fernández renunciando a su propia filosofía. Debió costarle mucho porque, además de un buen entrenador, Victor es precisamente eso: licenciado en filosofía; pero como a la fuerza ahorcan, quiso pillar a Jabo justo en el terreno que éste mejor domina.

Con Djalminha pasa como con todos los buenos futbolistas, o con los toreros grandes. Cuando entran en el campo o en el coso, el público espera que ocurra algo. Ayer entró y sucedieron muchas cosas, algunas de las cuales pasarán por derecho propio a la antología del fútbol. Primero se permitió el lujo de dejar exageradamente sólo a Flores con un pase de rabona. Si el Turu hubiera marcado -situación que no se produjo- la gente sólo habría recordado el pase del compañero; por ello el argentino, atónito espectador de lo que acababa de acontecer, falló irremediablemente (hasta en Madrid le sonaron las bisagras).

Después, el golazo: recibe un pase largo de Diego Tristán que resuelve amortiguando el balón con un taconazo; una vez driblado el defensa, Djalminha se revuelve y pone el esférico en la escuadra derecha de Pinto. El portero del Celta no pudo hacer nada, pero es que habría sido una grosería parar ese balón porque el fútbol está armado en la memoria de los aficionados con jugadas como esa.

El brasileño del Depor se ha convertido en la sombra de Romario, ese "jugador de tebeo" (según el catálogo de Jorge Valdano) que no pegaba ni golpe, que no entrenaba, que siempre estaba cansado por la juerga de la noche anterior, pero que regalaba a la gente jugadas de las que poder hablar durante una semana. Djalminha es grande, y en mi equipo jugaría aunque fuera sólo para tranquilizar a mi conciencia. Djalminha es el mejor, y desde el pasado domingo 26 de noviembre es además recordman mundial de inspiración sobre un campo de fútbol. A ver quién lo bate ahora.

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