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Si Juan José Millás tiene razón y estar de vacaciones consiste en "salir de uno mismo", yo no he tenido vacaciones. Ni una hora, ni un minuto, ni un segundo. Y todo por Ronaldo. No he logrado salir de mí mismo porque a cada instante me recordaban mi condición de periodista deportivo con una pregunta compuesta por la conjunción "y" que antecedía entre interrogaciones al nombre propio Ronaldo. De la siguiente forma: "¿Y Ronaldo?"... Un "¿y Ronaldo?" tenaz que me impidió salir de mí mismo entre los días 13 de agosto y 1 de septiembre. "¿Y Ronaldo?" en la comida. "¿Y Ronaldo?" en la cena. "¿Y Ronaldo?" en el cine e "¿y Ronaldo?" en la piscina, tomando el sol boca abajo, medio groggy y expectante ante el próximo chapuzón en el agua. Hasta tal punto acabó siendo efectiva esa sutil guerra psicológica que el sábado 31 de agosto de 2002, a eso de las doce y media de la mañana, creí ver en el madrileño barrio de La Estrella al mismísimo Ronaldo conduciendo un Golf GTI en cuya parte posterior podía leerse: "Bebé a bordo".

El caso es que Ronaldo (no el del Golf, el verdadero) ya está en el Real Madrid tras el "posado robado" que protagonizaron Pérez y Moratti, ahora en el "Pitina II", ahora en el "Lorenzo de Medicis", que digo yo que el buque del presidente del Inter merecería tener un nombre tan rimbombante como ese. El día que Jorge Valdano me dijo en el mes de agosto en "El Tirachinas", parafraseando a Julio Cortázar, que "cuando uno dice que se va ya se ha ido", me dio por pensar que el director general deportivo del Real Madrid podría tener razón y que a Moratti/Moretti les resultaría misión imposible retener a un jugador como el brasileño en contra de su voluntad.

Acabo de escuchar a Florentino Pérez y pareciera que Ronaldo es el discípulo aventajado de Teresa de Calcuta. En la redacción de la Cadena COPE se nos caían a todos unos enormes lagrimones pensando en la cantidad de cosas a las que ha podido renunciar este chaval para jugar en el estadio Santiago Bernabéu. Todo sea que deje a F.P. en su día como ahora acaba de dejar a Moratti que, tras pagarle religiosamente sus dos años de enfermería, vio cómo el futbolista, teóricamente recuperado, pedía la cuenta para largarse.

Está claro que Florentino Pérez quiere pasar a la historia, para lo cual nada mejor que confeccionar una plantilla exagerada, desmedida. Sólo falta que, como decían en "L'Equipe", contrate a Schumacher para que conduzca el autobús del equipo. Ronaldo no será quizá consciente de ello pero me ha impedido disfrutar como es debido de mis vacaciones, "salir de mí mismo" como aconsejaba Millás. Será un fenómeno pero eso no se lo perdonaré en la vida.

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