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Luis Hernández Arroyo

¿Dónde está la clase media?

La clase media de antes, el apoyo a sus valores con cierta dosis de conservadurismo –que es lo que da estabilidad a un sistema– sí que ha desaparecido, o al menos se ha diluido en un grupo más amplio en el que sólo es una minoría.

En estas elecciones nacionales del 9 de marzo ha ganado el PSOE, pese a que el PP ha crecido en votos y escaños. Esto se explica porque votos tradicionalmente radicales, como los de IU y ERC, se han movilizado masivamente hacia el PSOE. Esto es un fenómeno en el que hay detenerse, pues tiene una lectura de la que se extraen consecuencias nada halagüeñas para España.

Lo primero que llama la atención es el hecho mismo de un partido supuestamente nacional –por sus declaraciones, no por sus actos– tenga esa elasticidad casi infinita para captar votos de sectores moderados y radicales a la vez. Ese es su mayor mérito electoral, y se debe ciertamente a ZP, que ha sabido ver que la sociedad española no es ya la sociedad moderada y centrista de cuando la batalla por el poder estaba en la conquista de los votos de centro. Rajoy ha ido a por esos votos moderados, y ha logrado algo, mientras que Zp, un líder totalmente atípico, ha ido ha por los votos de ambos extremos de su espectro, y ha ganado. Nadie antes se ha atrevido a hacer eso.

Buscando las causas de este éxito, habrá que pensar que las capas moderadas de la sociedad que creen que el PSOE es un partido nacional, de centro, y moderado –esas capas que se disputaban ferozmente hasta ahora los dos partidos nacionales– o se engañan groseramente, o han dejado de existir, que es la tesis más audaz, pero por ello más interesante. Los actos de ZP durante 4 años son reveladores: él mismo es un radical sin fisuras, y sólo en sus declaraciones –y no siempre– se ha mostrado centrista y moderado. Por ejemplo, el Estatuto catalán hubiera expirado en un cajón si él no lo hubiera resucitado. Por cierto, vaya jugada maestra gobernar con ERC y resucitar ese estatuto con CIU: es esa sorprendente capacidad de contorsión inverosímil hacia ambos lados lo que estamos comentando. Esas aparentes tragaderas de esas capas sociales moderadas es un cambio que el PP debe poner entre sus consideraciones prioritarias si quiere llegar a la Moncloa.

Ahora bien, ¿y si lo que hubiera desaparecido como tal es esa capa social –la clase media amplia– que votaba al centro, a un PP o PSOE moderados que frenaban a los nacionalistas? ¿Se ha encogido la clase media? Cuando las aplastantes victorias de Felipe González, desde luego que existía, y templaba mucho el apoyo a un Gobierno de izquierdas. Entonces ser de izquierdas era otra cosa. Un ejemplo: Víctor Manuel y Ana belén, y todos los titiriteros, apoyaban a IU...

Creo, aunque no soy sociólogo, que en España se han producido deslizamientos sociales importantes gracias a procesos económicos muy intensos que han traído prosperidad, pero transitoria y, por lo tanto, no duradera. Tras estos movimientos tectónicos hay factores de largo alcance, como el ínfimo nivel de educación, el exceso de titulaciones inadecuadas, etc. Esto ha producido transferencias de renta de las clases medias de antes (que educaban a sus hijos en la moderación y en una ética social) a nuevos grupos sociales, que forman unos nuevos viveros de votantes de opinión menos asentada y más volátil. Entre estos grupos se encuentran los emigrantes que han arraigado y ven las cosas de una manera que no conocemos bien; pero no sólo ellos. Entre otras cosas, es posible que España no signifique apenas nada para estas capas.

En otras palabras, la clase media de antes, el apoyo a sus valores con cierta dosis de conservadurismo –que es lo que da estabilidad a un sistema– sí que ha desaparecido, o al menos se ha diluido en un grupo más amplio en el que sólo es una minoría. Yo creo que por ahí radica esa capacidad de enorme elasticidad del astuto ZP que, una vez más, demuestra que sabe lo que se trae entre manos. Si esto es así, mal lo tiene el PP con sus objetivos nacionales y moderados, por los que encima son acusados de "crispar". Y mal lo tiene España, que es un valor que le importa un pimiento al ganador, salvo cuando hace encendidas soflamas de patrioterismo.

En España

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