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Michelle Malkin

La tía inmigrante ilegal de Obama

El Departamento de Seguridad Nacional de Bush, aun poniendo en riesgo al país, decidió proteger a Obama de la mala publicidad que habría recibido en caso de que su tía, inmigrante ilegal, fuera arrestada y deportada.

Espero que Barack Obama le dé las gracias a Bush en nombre de su tía, una inmigrante ilegal. El presidente republicano saliente hizo un generoso ­­–y peligroso– regalo al demócrata antes del día de las elecciones: anteponiendo la política a la seguridad nacional, Bush ordenó a las autoridades inmigratorias que paralizaran todos los trámites de deportación hasta que la campaña hubiese terminado.

Según mis fuentes, el motivo de esta orden fue ahorrarle a Obama la vergüenza de que capturaran a su tía keniata, Zeituni Onyango. Associated Press informaba el 1 de noviembre que Onyango se encontraba pendiente de una mandato de deportación (al igual que otros 700.000 inmigrantes que han ignorando las órdenes de abandonar el país dictadas por los tribunales). La nota de prensa mencionaba que el Departamento de Seguridad Nacional distribuyó "una inusual directiva al personal del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, exigiendo que cualquier deportación anterior a las elecciones del martes estuviera ya aprobada como mínimo por las direcciones regionales de inmigración". En realidad, la directiva era aun peor de lo reconocido por Associated Press; el proceso de expulsión no se retrasó, sino que se congeló totalmente.

Una fuente cercana al Departamento de Inmigración me decía: Exigieron a todas las Oficinas de Operaciones de Detención y Deportación que detuvieran todos los procedimientos hasta después de las elecciones. Esto se hacía con la finalidad de evitar que cualquier error influyera sobre el resultado electoral, esto es, que se expulsara a cualquier keniano que pudiera ser pariente de Obama".

Otra fuente próxima al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas me conformaba que los funcionarios de inmigración del sur de California habían recibido esa misma directiva: "El motivo era distribuirlas estas órdenes por todo el país para disimular que el objetivo era la oficina de la zona donde vivía la tía de Obama".

Por resumir, el Departamento de Seguridad Nacional de Bush,  aun poniendo en riesgo al país, decidió proteger a Obama de la mala publicidad que habría recibido en caso de que su tía, inmigrante ilegal, fuera arrestada y deportada. Y ante este escándalo, al representante demócrata John Conyers sólo se le ha ocurrido pedir una investigación, pero no para denunciar la flagrante politización de nuestros sistemas de deportación, sino para averiguar quién filtró a la presa el estatus de inmigrante ilegal de Onyango.

En cuanto a Obama, sus opiniones sobre el Departamento de Inmigración son de sobra conocidas. A pesar de haber admitido que se debía exigir a su tía que obedeciera la ley porque "somos una nación de leyes y estoy convencido de que hay que obedecerlas", Obama criticó a los agentes de inmigración por "aterrorizar" a las minorías.

Onyango llegó a Estados Unidos en el 2000 con un visado temporal. Su petición de asilo fue rechazada cuatro años después. Así que decidió violar la orden judicial de volver a Kenya, se mudó a una vivienda de protección oficial en Boston y pasó a esconderse, cuando saltó el escándalo, con unos parientes en Cleveland, mientras buscaba la forma de prolongar su estancia ilegal.

Las opciones de Onyango de quedarse en Estados Unidos –al igual que las de cientos de miles de inmigrantes ilegales– son elevadas. Con la ayuda de un abogado experto en inmigración, puede apelar exitosamente su orden de deportación y llegar hasta el Supremo. O se puede aprovechar de la tradicional práctica del Congreso de crear "leyes de ayuda especial" para ciertos inmigrantes ilegales que eviten su deportación y les otorguen la ciudadanía estadounidense.

Algunos terroristas ya se han beneficiado de esta aplicación laxa de nuestras leyes contra la inmigración ilegal: Ramzi Yousef, Gazi Ibrahim, Abu Mezer y Mir Aimal Kansi, pidieron el asilo para evitar ser expulsados y así poder planear y ejecutar sus atentados desde dentro del país.

La política antiinmigración posterior al 11 de septiembre de Bush se parece mucho a la de antes del 11 de septiembre, y nada de esto va a cambiar con Obama. Cobardía más oportunismo multiplicado por corrección política; es la sempiterna receta para el caos inmigratorio.

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