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Pedro de Tena

Susana Díaz tiene un superángel de la guarda

Con diez sumarios de corrupción por banda, a cual más grave, Susana sigue con el viento en popa a toda vela.

Mi madre decía que yo tenía uno del montón, que me vigilaba y me echaba una manita en caso de apuro. Por ello, todas las noches me hacía rezar "Ángel de la Guarda/ dulce compañía/ no me desampares/ ni de noche ni de día". Además, yo tenía otros ángeles porque en cada esquina de la cama me escoltaba uno. "Cuatro esquinitas tiene mi cama/ cuatro angelitos/ que me la guardan./ Dos a los pies/ dos a los lados...". Pero mis ángeles eran ángeles normales, ángeles del cielo bajo, para niños de a pie. Susana Díaz, la actual presidenta de la Junta de Andalucía y factotum del PSOE muy por encima de Pedro Sánchez, no puede haber sido una niña más porque tiene un pedazo de ángel de la guarda que tiene que formar parte del círculo íntimo del hipercielo. Mi ángel de la guarda, como mucho, me hacía encontrar dos reales para comprar altramuces o pipas a escondidas, o lograba que las preguntas de algún examen coincidieran con las que mejor me sabía. Pero lo de Susana Díaz, pasar del duro suelo del socialismo cainita sevillano al estrellato internacional en menos de tres años, es consecuencia de un ángel de la guarda como la copa de un pino.

Porque ¿quién sino un colosal angelote de la guarda habría conseguido que Mohamed VI, que no tenía previsto recibirla, le mandara un avión privado para tener con ella una charlita en Rabat tras una excursión mediocre, mediocremente planeada? Ya sé que hay gente que dice que el éxito político final –foto con ese rey-comendador de los creyentes de aspecto cada vez más monstruoso y deformado por la adiposidad, nada menos que tras el incidente del barquito real en aguas españolas– es consecuencia del prestigio y el carisma de Susana Díaz. Bien. Otros creen que la estatura técnica y política de la diplomacia del Palacio de San Telmo es descomunal y que tal envergadura originó el triunfo. Bueno. Incluso algunos malician que este final de puesta en escena se debe a la intervención del señor Margallo, compadecido por la cutrez de la color de la expedición de Susana por Marruecos, acuerdo pesquero de por medio. Vamos, anda. Y hay otros que especulan sobre la larga mano de Felipe González, dicen que asesor en la sombra de la estrella del Sur y un habitual de los placeres alauitas. Acabáramos.

Todo en Susana es vertiginoso. De las puñaladas traperas del PSOE local de Sevilla a mano derecha del imputado Griñán. De un salto a la Junta de Andalucía como consejera. De ahí a sucesora de Griñán. De ahí a jefa del PSOE y presidenta de la Junta. Y luego al cielo político, con mando en la plaza socialista de Ferraz, con la mano besada por Emilio Botín, que en paz descanse, por César Alierta y otros y, finalmente, privilegiada por la Casa Real con varias visitas, unas conocidas y otras no. Y ahora, palabritas con Mohamed VI. Prodigioso.

Meditando sobre el fulgor de esta estrella roja, topé en sueños con la jerarquía celestial compuesta en su día por el Pseudo Dionisio Aeropagita. Y repasé su primer círculo de los ángeles, el más excelso, y allí encontré la explicación. El ángel de la guarda de Susana, única deducción razonable y realista de su irresistible ascensión al olimpo político, es un trono, un superángel de la guarda como los serafines y querubines, "que están muy por encima de toda deficiencia terrena, como se manifiesta por su ascender hasta las cumbres". O sea que este trono es el que habría convencido a Mohamed – milagro de por medio– para recibir a Susana. ¿Y por qué el trono habría distinguido a Susana Díaz con tal protección? ¿A qué buena conducta se habría comprometido, recíprocamente, la republicana de Triana? Ah, eso no lo desvela el Pseudo Dionisio. Con diez sumarios de corrupción por banda, a cual más grave, Susana sigue con el viento en popa a toda vela, mantiene al PP andaluz a más de diez puntos y ahora suma y sigue la victoria en Marruecos. Pedazo de trono de la guarda.

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