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Ramón Marcos Allo

La nacionalidad en un país normal

Podría ser una situación divertida: Cataluña, el primer Estado sin un solo ciudadano.

Podría ser una situación divertida: Cataluña, el primer Estado sin un solo ciudadano.
Efe

La nacionalidad es el vínculo jurídico que une a una persona con un Estado. Este aspecto político constitucional es esencial porque determina su estatus político: los derechos y deberes que le corresponden como ciudadano, entre ellos los derechos y libertades públicas fundamentales. Asimismo, la nacionalidad es un estado civil de la persona, ya que, como señalan Diez Picazo y Antonio Gullón, influye en sus derechos y deberes familiares, condición y capacidad legal, sucesión por causa de muerte, etc.

La Constitución española, como otras muchas constituciones, regula la nacionalidad y dice que la española se adquiere, se conserva y se pierde de acuerdo con lo establecido por la ley; aunque ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad. Por otra parte, admite el principio de la doble nacionalidad.

La ley española que regula la nacionalidad es el Código Civil. En él se establecen sustancialmente dos criterios para determinar quiénes son españoles de origen: el ius sanguinis, los nacidos de padre o madre españoles, y el ius solis, los nacidos en España de padres extranjeros, si al menos uno de éstos es español. También cabe la posibilidad de adquirir la nacionalidad voluntariamente de forma derivada, porque antes se tenía otra o se era apátrida.

Pero no sólo se adquiere la nacionalidad, también se puede perder. Así, conforme a este Código, pierden la nacionalidad, incluso aunque sean españoles de origen, quienes residiendo habitualmente en el extranjero adquieran voluntariamente otra nacionalidad o utilicen exclusivamente la nacionalidad extranjera que tuvieran atribuida antes de emanciparse de sus padres. Esa pérdida se consumará una vez que transcurran tres años, contados, respectivamente, desde la adquisición de la nacionalidad extranjera o desde la emancipación. Si bien la pérdida será automática para quienes renuncien expresamente a la nacionalidad española, si tienen otra nacionalidad y residen habitualmente en el extranjero.

Si Cataluña declara la independencia de forma unilateral, sin reconocimiento de España e internacional, no pasa nada a efectos de la nacionalidad. Seguirán siendo españoles y europeos, aunque no lo quieran.

Si Cataluña se independiza de España de forma efectiva y reconocida internacionalmente, lo lógico es pensar que constituirá un Estado con su población y su territorio, y que esa población establecerá un vínculo jurídico político con ese Estado a través de la nacionalidad catalana. Si esto ocurre, las personas hasta ahora españolas que adquieran voluntariamente esa nacionalidad catalana ejercerán una nacionalidad extranjera. Eso implicará que a los tres años se consume la pérdida de la nacionalidad española de origen, y que esa pérdida sea inmediata para aquellos que renuncien expresamente a la nacionalidad española.

Sólo conservarán la nacionalidad española aquellos ciudadanos españoles que sigan residiendo en Cataluña después de la independencia y no adquieran la nacionalidad catalana. Algo no baladí, ya que podría ocurrir que en una Cataluña independiente más de la mitad de su población fuera nacional del país vecino, España, y que quienes conformen esa mitad siguieran siendo europeos.

Algunos pensarán que no es para tanto y que podrán disponer de doble nacionalidad. Sin embargo, no está garantizado que vayan a tenerla, ya que sólo la adquisición de la nacionalidad de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal permite evitar la pérdida de la nacionalidad española de origen. Así que la doble nacionalidad española-catalana dependerá de que España y su Parlamento cambien la ley. Pero ya no habrá representantes de los catalanes allí para poder decidir a favor de ese cambio.

Visto lo visto, y oídos los secesionistas, no hemos de descartar que Cataluña acabara siendo un Estado no normal, sin ciudadanos nacionales propios, ya que hasta quienes quieren mandar con la independencia dicen que quieren seguir siendo españoles y europeos. ¡Que no se preocupen Mas, Junqueras y Romeva, que la Constitución española les protege y ningún Gobierno les podrá sancionar con su privación, por muchas tonterías que digan o hagan, mientras no adquieran la nacionalidad catalana!

Podría ser una situación divertida: Cataluña, el primer Estado sin un solo ciudadano. El primer Estado en el que todos deciden seguir siendo nacionales del Estado vecino. Lo que habría que preguntarse es cómo podrían votar, tener derechos propios y todas esas cosas que parecen reclamar para ser un país normal. Pero eso es otra historia en este cuento de nunca acabar.

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