Menú
Rogelio Biazzi

Desvaríos prevacacionales

Parece que el libre tránsito de bienes, capitales, ideas y de casi todo, no alcanza a las personas. Sigue habiendo fronteras para las personas y eso es algo que aun los ciudadanos del mundo no estamos dispuestos a derribar.

Mi amiga Rocío –que es una periodista experimentada– siempre me dice: un artículo, una idea. Intento hacerle caso siempre que puedo pero esta vez voy a tomarme una licencia y reflexionar brevemente sobre varios temas.

La Fiesta. Todos nos hemos enterado de la abolición de las corridas de toros en Cataluña. Primero, hay que felicitar a los catalanes que hacen marketing político. Se han buscado un eufemismo genial para decir que han prohibido la fiesta. Esto de abolir vende muy bien, suena a que se ha hecho lo contrario de lo que en realidad se hizo. Abolir suena a liberar, desoprimir, derrocar, todas estas acciones casi siempre dirigidas contra gobiernos malvados, costumbres bárbaras o leyes que coartan las libertades. Sin embargo, en Cataluña en lugar de liberar se prohibió. No pasa nada, es la tónica del gobierno socialista desde que llegó al poder. Prohibir, cercenar, controlar. Prohibido fumar, prohibido beber, prohibido publicar anuncios de tal o cual tipo, prohibido correr demasiado... Ahh, mayo francés: ¡Prohibido prohibir!

Arizona. En el estado de Arizona se ha promulgado una ley para combatir la inmigración ilegal que es más ilegal que la inmigración que se intenta combatir. No lo digo yo, sino que lo ha dicho este mismo miércoles una jueza americana que ha dejado sin efecto varios artículos de esa ley por considerarlos inconstitucionales, abusivos y lesivos de los derechos fundamentales. La ley permitía detener personas por portación de cara, por la forma de vestir o por el bajo nivel de dominio del inglés (Arizona es un estado donde más del 40% de la población es de origen hispano). Hace unos años Thomas Friedman publicó un libro llamado La Tierra es plana. No pretendía contradecir la teoría tan irrefutablemente demostrada por Colón cuando partió de Cádiz. Se refería, metafóricamente, a que en el mundo actual se están derribando rápidamente todas las barreras que dividen a los continentes, los pueblos, las naciones. La globalización, esa cosa tan beneficiosa a la que algunos le ponen cuernos y tridente, avanza trayendo bienestar y combatiendo la pobreza más que cualquier plan mundial de ayuda al desarrollo. Pero parece que el libre tránsito de bienes, capitales, ideas y de casi todo, no alcanza a las personas. Sigue habiendo fronteras para las personas y eso es algo que aun los ciudadanos del mundo no estamos dispuestos a derribar.

Cultura del esfuerzo. En algún momento de esa época en la que jugábamos en la Champions League, en la que habíamos sobrepasado a Italia y nos acercábamos peligrosamente a nuestros vecinos franceses, asistimos –entre otras cosas– a la pérdida total y absoluta de la cultura del esfuerzo. Los jóvenes –y aquellos que no lo son tanto– olvidaron por completo la necesidad de esforzarse para progresar, pues parecía que nuestro nuevo status de país rico permitía avanzar sin tener que echar el resto. Con la llegada de la crisis, pensé que había una oportunidad para restaurar la vieja idea del esfuerzo, del trabajo, del mérito como medio para triunfar en la vida, pero todo parece indicar que soy un iluso. La frase de toda crisis encierra una oportunidad no funciona para recuperar los verdaderos valores del trabajo y si no me creen, echen un vistazo a nuestro país y las reivindicaciones de todos los sectores por ganar lo máximo posible y currar lo mínimo. Podríamos empezar por los controladores que tienen en vilo a todos los ciudadanos españoles que no saben si llegarán a buen puerto en sus vacaciones. Pero no se trata de un colectivo aislado, qué decir de las infinitas reivindicaciones de los bomberos, de los trabajadores del Metro...

En fin, yo que me siento un ciudadano del mundo, me tomaré unas buenas vacaciones ya que me las merezco por el esfuerzo realizado y me haré una escapada a algún sitio donde no prohíban festejar.

En Sociedad

    0
    comentarios