Ahora sí que vale. Tras años de críticas blaugranas por la efectividad del Real Madrid, los de Luis Enrique exhibieron pegada: una falta aprovechada por Mahieu y una puñalada de Suárez. Durante 85 minutos no hubo más, tan sólo eso. El Barcelona no pudo dominar y menos en una primera mitad en la que el Real Madrid fue claramente mejor. El Barça se durmió en su favoritismo y el chaleco de víctima le vino perfecto al Madrid, hasta que le duró la gasolina.
No fue para tanto. Toda la semana leyendo y escuchando que si el Madrid no salía goleado del Camp Nou sería por un milagro y finalmente el Barça no fue capaz de demostrar su supuesta superioridad. Incluso algunos pensaban que hoy Messi destrozaría a los blancos y el argentino ha realizado su peor partido en lo que llevamos de 2015. El Madrid ha perdido hoy dos trenes: el de callar a todos aquellos que le daban por muerto y el de revivir a un Carlo Ancelotti que demostró haber preparado bien el encuentro.
Me consta que la semana ha sido muy dura en Valdebebas. Las críticas recibidas y la sensación de que era imposible que el Madrid tomara el Camp Nou, han hecho que los jugadores blancos se hayan concienciado de que la tranquilidad pasaba por el sacrificio y por bajar a defender. Dicho y hecho. Los momentos de dominio del Madrid pasaron por la incrustación de Bale -a veces Cristiano- en el medio del campo. Ancelotti disfrutó durante la primera parte viendo que los suyos, por fin, habían aprendido la lección. Pero nuevamente los errores puntuales, en este caso de la defensa y del portero, destrozaron los ánimos de un Real Madrid que si quiere hacer algo grande este año, tiene que verse una y otra vez los primeros 60 minutos de este partido.
La Liga no pasaba por el Camp Nou. El año pasado, los tres grandes no fueron capaces de contener la vía abierta que les hizo perder muchos puntos en las últimas diez jornadas. Restan treinta puntos hasta el final de temporada y, dependiendo de la Champions, cualquier cosa puede ocurrir.