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EDITORIAL

Aunque algunos no quieran verlo, la ETA se rearma

La actividad frenética de los que dicen estar en tregua buscando desesperadamente la paz choca con la inactividad del Gobierno español que, creyéndose las mentiras de su propia propaganda, actúa al dictado de los gerifaltes de la banda.

Ni siquiera ha comenzado el mal llamado "proceso de paz" y la ETA ya ha roto la tregua y hasta los compromisos que contrajo con el Gobierno antes de anunciarla. Este martes, la víspera del debate en el Parlamento Europeo, un comando etarra irrumpió en un almacén cercano a la ciudad francesa de Nimes y se apropió de 300 revólveres, 50 pistolas y munición variada. Sólo esto es motivo suficiente para cortar cualquier contacto con la banda, y para dudar de las intenciones que pudieran tener los que el Gobierno vende como interlocutores legítimos para conseguir el fin del terrorismo.

Es la última entrega de un serial de despropósitos que dio comienzo en el mismo momento en que la banda terrorista hizo público el "alto el fuego permanente". Desde entonces las noticias del rearme etarra son continuas y sólo han pasado desapercibidas ante quienes no han querido verlas. En marzo de este año la policía francesa atribuyó a la ETA el robo de una furgoneta en una gasolinera del departamento de Cantal. Meses después, en agosto, la gendarmería informó de que la banda había hecho explotar un coche bomba de modo experimental.

Los hallazgos de la primavera y el verano sólo fueron el aperitivo. Hace menos de un mes la policía del país vecino dio con un zulo para armas y explosivos cerca de la frontera española. Eso sucedió el día 2 de octubre; el día 8, los gendarmes hallaron una troqueladora y placas de matrícula en un merendero cercano a Bayona. Cuatro días más tarde un coche quemado y abandonado en el departamento fronterizo de Tarn y Garona volvió a poner de relieve que, en el santuario francés, la ETA sigue plenamente operativa, y de qué manera, como en sus mejores tiempos.

La actividad frenética de los que dicen estar en tregua buscando desesperadamente la paz choca con la inactividad del Gobierno español que, creyéndose las mentiras de su propia propaganda, actúa al dictado de los gerifaltes de la banda. El vergonzoso debate en el Parlamento de Estrasburgo es la penúltima línea que este Gobierno de alfeñiques escribe por orden de los que, con la otra mano, se dedican a aprovisionarse de armas y pertrechos por si todavía tienen que dar algún tiro de aviso. Zapatero debería saberlo, y si no él, que vive en una nube totalmente desconectado del mundo real, sí su ministro de Interior, a quien se le va el sueldo y el cargo en esto.

Al Gobierno, sin embargo, que la ETA se rearme en Francia no le preocupa demasiado; es más, procura ocultárselo a los españoles a través de sus omnipresentes y omnipotentes terminales mediáticos. En esto Zapatero, como en casi todo, no tolera que la realidad le estropee el vacuo eslogan de la paz que sus ideólogos miman y sus propagandistas distribuyen al por mayor en la prensa adicta. Esta es la cruda verdad de un "proceso de paz" que sólo lo es en las fantasías del inquilino de la Moncloa. El espectáculo indecente de Estrasburgo es su fastuosa puesta en escena. A nuestra cuenta, claro.

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